Demoras, conflictos, congestiones y baja reputación, son parte de los reparos que hoy se hacen al sistema que prendió motores en el año 2000 como la esperanza de un nuevo modelo de transporte eficiente para los bogotanos.

Sin embargo, según expertos, el problema principal de este sistema está relacionado a su estructura, pues la falta de planificación ha frenado la ampliación de este servicio.

“Ocupa mucho espacio en la superficie y en las ciudades la superficie es un bien escaso, hay muchas zonas de la ciudad en donde la solución no se puede dar en la superficie y ahí es donde TransMilenio no es la solución para Bogotá”, aseguró el arquitecto Jaime Ortiz Mariño.

En términos generales, TransMilenio es evaluado como un buen componente del sistema de transporte, a pesar de la falta de capacidad que desmejora la calidad del servicio.

“En Europa se diseñan los sistemas de transporte de buses rápidos con 4 pasajeros por metro cuadrado, en Bogotá se diseñó para 7 pasajeros por metro cuadrado y en realidad se llega hasta 10, de esta manera se incumplen los principales principios del transporte público y es que sea cómodo, seguro y bien informado”, añade Leopoldo Alfonso Iannini, miembro del Observatorio de Movilidad Universidad Nacional. 

Otra de las preocupaciones es la vulnerabilidad de buses y estaciones que genera inseguridad y riesgo para los usuarios.

“La seguridad vial tiene alta accidentalidad porque tiene carriles abiertos y obviamente la seguridad personal, si usted se pone a pensar es un sistema abierto, donde vemos que las personas que atracan saltan y entran y salen de la calle a la estación y causan problemas significativos”, Daniel Paez, experto de la Universidad de Los Andes.

En general, los expertos coinciden en que el sistema de transporte masivo en Bogotá requiere otro componente como metro, tranvía o buses complementarios para aumentar la capacidad y la multimodalidad. 

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