Y lo lindo que va ser este clásico. Esta vez no es un partido más, es el partido de la honra y la gloria, el partido que nadie quiere perder y ahora con más razón con estrella a bordo.

Y saben: ¡que lindo es ser campeón en Navidad!. La estrella tiene ese sabor especial que da esta época del año.

Y pensado en lo lindo que es pasar esta época, quiero hacer un llamado. No dañemos nuestra Navidad. Seamos claros en que alguno va a estar con el guayabo de la derrota y el otro extasiado de felicidad.

Recordemos que cuando salimos de casa hay alguien que espera nuestro regreso.

Recordemos que detrás de un hincha con una camiseta, está una vida, una historia, una persona que tiene sueños y metas en la vida. No acabemos con eso, no matemos ilusiones y no sembremos odios que nos lleven a comer actos irracionales.

Quiero disfrutar esto. Quiero ver a la ciudad tranquila. Quiero ver a esos rivales ser dignos y dar ejemplo, pero sobre todo, quiero que cada persona que se ponga una camiseta siga con vida por esta y muchas navidades más y llegue a su casa sana y salva.

Sin rivales no habría fútbol. Que el vecino tenga camiseta de otro color no es una guerra: es una condición esencial para que el fútbol exista, y con él, los equipos que tanto amamos.

Matar por una camiseta es de las cosas más absurdas que le ha pasado al país donde la gente lleva siglos matándose sin sentido.

Debemos vivir esta fiesta en paz, reconocer al campeón y alentar sin final por siempre. No le dañemos la Navidad a ninguna familia, seamos todos hinchas de Bogotá.

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