"Silencio por favor. No hablen. No caminen. No se muevan”, grita con angustia un rescatista que intenta agudizar el sentido del oído.

El hombre, que viste uniforme tan empolvado que no se nota su color originalmente azul, busca desde el mismo momento de ocurrida la tragedia, y sin parar, supervivientes en el Colegio Enrique Rébsamen de Ciudad de México, donde han hallado 32 niños muertos tras el terremoto que ocurrió este 19 de septiembre y que ha cobrado la vida de 225 personas.

Sobre la una de la tarde de este miércoles, 24 horas después del seísmo, dos niños de al menos 8 años de edad fueron rescatados entre las paredes caídas del lugar. Los gritos de emoción se confundieron con el llanto intenso de los pequeños. A las afueras decenas de padres de familia, esperanzadores y también sumidos en lágrimas, esperan noticias.

Del lugar han salido 32 pequeños cadáveres y según los reportes, han rescatado 11 menores con vida. Debajo de los escombros hay al menos otros 20 niños. Aunque con el paso de los minutos la ilusión de encontrar más supervivientes se hace cada vez menos amplia, los rescatistas mexicanos, liderados por ‘Los Topos’, el grupo de búsqueda más especializado de México, siguen quitando ladrillo por ladrillo con las manos, sin permitir que las máquinas intervengan.

Héctor Méndez, jefe de Topos Azteca, agradeció las facilidades que les han brindado para adelantar su trabajo y dijo que no se van a rendir hasta rescatar a los niños vivos. “Siempre hay esperanza de vida”, afirmó.

Pasadas las 4 de la tarde un grito sin fuerza llamó la atención de un rescatista. Era la voz débil de Frida Sofía, una niña de 13 años, que minutos antes había logrado escribirle a su mamá a través de Whatsapp. La niña escribió que estaba atrapada, que tenía sed y mucho miedo. Frida también escribió que a su lado había dos niños más.

Frida está bajo muchas placas de cemento. Llegar a ella no ha sido fácil. A través de una pequeña manguera le han suministrado líquidos. Pero tras cuatro horas de trabajo continúa sin poderse mover. Ella se ha convertido, desde que se conoció que estaba con vida, en el icono de la tragedia que embarga y enluta a México.

Uno de los hombres que no se ha separado del lugar donde fue hallada la niña, dijo en medio de sentimientos encontrados, que la pequeña Frida mueve su mano derecha entre toneladas de cemento y hierros retorcidos.

Otro de los rescatistas que participa en el operativo de rescate contó que la niña está atrapada en un pequeño espacio que no supera los 50 centímetros de diámetro y que parte de su cuerpo está aprisionado, aún no saben con qué. y confirmó que esto es lo que más ha complicado el trabajo para sacarla de allí.

Sobre los dos niños de los que habló la pequeña, aún no se sabe quiénes son. Pero el scaner térmico del un grupo especial de socorristas confirmó que efectivamente al lado de Frida hay dos vidas más que todavía emiten calor.

Al caer la noche, sobre las 7:00 p.m, hora México, la lluvia impidió que las obras de rescate en el colegio Enrique Rébsamen siguieran su curso. Los rescatistas, militares y voluntarios, sin dejar de cuidar a los niños que aún están bajo el cemento, bajaron el ritmo de trabajo, porque el agua puede debilitar los escombros.

Frida ha demostrado fuerza y valentía. La niña está cuidando a sus dos compañeritos de tragedia. Los rescatistas lograron abrir un poco más el orificio inicial por el que le enviaron a la pequeña tres botellas de agua, para ella y para los dos pequeños.

Aunque el transcurrir del tiempo asusta a todos y la vida entre las toneladas de cemento se puede acortar, Frida, sus dos amiguitos, los demás niños que aún permanecen como desaparecidos, sus familias, los rescatistas, los méxicanos y el mundo entero que sigue paso a paso lo que ocurre en el hermano país y en el colegio de los pequeños saben que la vida siempre se abre paso.

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