Los enfrentamientos entre barras bravas, dentro y fuera de los estadios, son una de las más grandes amenazas a la que semanalmente se exponen residentes, hinchas y autoridades en todo el país.

Según cifras de la Policía Nacional, en los últimos seis años se han realizado 5.532 encuentros deportivos, de los cuales 329 terminaron en enfrentamientos.

“El fútbol es una víctima permanente de la violencia en nuestro país, señalaba en el foro, hay 8000 pandillas en Colombia y esa violencia se refleja permanentemente, nosotros no la propiciamos, somos víctimas de un problema social”, señala Jorge Perdomo, presidente de la Dimayor.

En Bogotá, el hecho violento más reciente se registró el pasado 6 de agosto en el estadio El Campín durante un partido entre Millonarios y Junior luego de una pelea que se inició entre integrantes de la barra “Blue Rain”, situación que dejó a un patrullero herido, daños en un articulado de TransMilenio y a varios seguidores de Junior agredidos.

“En algunos momentos tú ves que en nuestra tribuna están los punkeros, los metaleros todos los que escuchan cualquier tipo de música, todos los que tienen cualquier preferencia política, porque a todos nos concentra el fervor a un equipo, lo que pasa es que algunas de esas diferencias estallan dentro de las tribunas”, añade Jhon Alexander Solano, integrante de la barra ‘Comandos azules’.

Otro de los casos más recordados fue el que ocurrió en marzo del 2015 cuando una batalla campal entre hinchas de Millonarios y Santa Fe dejó daños en vehículos, predios y bienes de quienes redicen en el barrio Galerías, quienes cada 8 días reviven el temor de que una situación como estas se puedan volver a registrar.

En cali, sectores de barras bravas han incluso amenazado la seguridad de la ciudad en caso de que se permitiera el ingreso de hinchas visitantes. El caso de violencia más reciente se registró el pasado 24 de mayo en un clásico América- Deportivo Cali en el estadio Pascual Guerrero cuando los chinchas se tomaron la cancha portando armas blancas y sembrando el terror en el lugar.

“Lo que nos pasó en los partidos pasados donde la gente se fue a las cachas, donde amenazaron con puñales. la situación de seguridad en la ciudad se volvió inmanejable con lo de las barras, tuvimos que suspender el fútbol por unos días, mientras que iban entrando en razón todos””, agregó Maurice Armitage, alcalde de Cali.

En Medellín, en marzo, seguidores del Deportivo Independiente Medellín arremetieron contra hinchas del Cali, a los que sacaron de manera violenta del estadio Atanasio Girardot.

Sin embargo, estas situaciones no solo dejan heridos y daños materiales, también hay quienes son víctimas de las situaciones y por la falta de tolerancia entre barras han perdido la vida.

Uno de los casos mortales más reciente fue el de un hincha de Millonario que fue asesinado en la estación Ricaurte de TransMilenio por tres hombres que vestían la camiseta de Atlético Nacional. También está el caso de Carlos Viviescas, líder de una barra de Barrancabermeja, quien fue apuñalado instantes previos al partido entre Alianza Petrolera y Millonarios.

“Lo que genera este tipo de violencia es la falta de respeto a las instituciones, desde que son muy laxos en el momento de los castigos y los muchachos se sienten la capacidad y en condición de poder infringir la ley”, enfatiza Óscar Córdoba, exfutbolista.

Según cifras, el mayor número de actos violentos dentro de estadios se registraron en 2011, 2012 y 2013. Fuera de los estadios el pico más alto de enfrentamientos fue en 2015 y 2016.

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