“No tengo nada que objetar ante su situación” fueron las palabras de Ismael Arciniegas, el primer colombiano condenado a pena de muerte en China, al respecto de su condena y el trato dado por el Gobierno chino, en su última conversación con su familia antes de que se hiciera efectiva su  sentencia.

Arciniegas tenía 72 años y era oriundo del Valle del Cauca. Fue condenado a pena de muerte tras confesar que en 2010 llevaba casi cuatro kilos de droga que le pidieron traficar a cambio de 5.000 dólares. Él se convirtió  en el primer colombiano ejecutado en China.

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Su condena se hizo efectiva el pasado lunes 27 de febrero, a pesar de las múltiples gestiones de la Cancillería para que las autoridades chinas reconsideraran la pena y suspendieran la ejecución. Sin embargo, alrededor de las 11:00 p.m., su condena se hizo efectiva e Ismael Arciniegas recibió la inyección letal.

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Sin embargo, China no es el único país en el mundo que aplica la pena de muerte por narcotráfico. Además del gigante asiático, otros 31 países consideran la importación, exportación, venta o posesión de drogas como un delito grave y lo castigan con la pena máxima.

En América sólo dos países contemplan la pena de muerte en estas circunstancias: Cuba y Estados Unidos, en este último en algunos estados cuando se incauta en grandes cantidades.

En África, cinco países contemplan la medida: Egipto, Marruecos, Somalia, Sudán y Zimbabwe.

Por su parte, el continente asiático es el continente donde más se aprueba la pena de muerte por el tráfico de drogas: Afganistán, Arabia Saudita, Bangladesh, Brunei, China, Corea del Norte, Catar, Emiratos Árabes, India, Indonesia, Irán, Irak, Jordania, Kuwait, Laos, Malasia, Omán, Pakistán, Singapur, Sri Lanka, Siria, Tailandia, Taiwán, Vietnam y Yemen contemplan la pena capital.

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En China, Indonesia y Singapur se considera que esta práctica atenta contra la integridad de la juventud. En Arabia Saudita, China, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Kuwait, Malasia, Singapur (donde incluso el consumo de marihuana puede castigarse con pena de muerte), Sri Lanka, Tailandia, Vietnam e Indonesia la pena puede aplicarse desde una inyección letal hasta fusilamiento con los ojos vendados.

De hecho, en Indonesia, esta última técnica es muy común luego de que el presidente Joko Widodo declarara un estado de emergencia por la cantidad de drogas en las calles.

Durante los últimos años, se han conocido varios casos de latinoamericanos condenados a pena de muerte por tráfico de drogas. En 2004 los brasileños Rodrigo Gularte y Mario Cardoso fueron condenados por tener seis kilos de cocaína en su tabla de surf. En 2008, tres hermanos mexicanos fueron ejecutados en Malasia luego de ser capturados en una fábrica de metanfetaminas. Y en 2011, capturaron al paracaidista colombiano Juan Pablo Iragorri en Catar por traficar con droga.

En Colombia, según la Cancillería, alrededor de 5.526 colombianos están presos en el exterior. Además, hay 17 nacionales condenados a pena de muerte en el mundo: 15 en China y dos en Estados Unidos. De estas 17 condenas, tres ya fueron ratificadas, dos están en proceso de apelación y diez han sido suspendidas por dos años.

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