La historia de este hombre no es la de cualquier otro habitante de calle de Bogotá: es la historia que vivió en la fama, que hizo conciertos de rap con 40.000 personas coreando sus temas, y que por esto o por lo otro terminó en las calles del Bronx.

“Etnnia en explosión cerebral, estallará mi cabeza pero esto no es normal
han querido que atraviese de la muerte el umbral, ‘tin tin take’ el balazo fue mortal,
Etnnia ya está en su puta puta casa
Etnnia ya está en sus putos putos autos
Etnnia ya está en su putos putos fiestos
Etnnia suena en las putas calles…
Etnnia ya está en sus putas putas trabas
‘Zebra’ está en violenta traba” …

‘Manicomio 5-27’, ese es un fragmento de la canción que lo llevó a la gloria y a la fama. Se llama Miguel Onofre, pero prefiere que le digan ‘Zebra’, el popular cantante de ‘La Etnnia’.

El bazuco le dio un tiquete directo de cantar en el Río Sena y en La Fleche d’0r, en París (Francia) a comer lo que encontraba en bolsas de basura de los restaurantes del centro de la ciudad.

“Tuve muchos lujos y excentricidades fuera de lo común. Mis amigos estaban acostumbrados a viajar. Estuvimos en El Poblado e hicimos un viaje a París.
Allá cantamos en el Río Sena y Estrasburgo, la ciudad de las salchichas. Fui entrevistado por Radio Francia y por medios extranjeros. Éramos, con la Etnia, el grupo de rap más famoso de Latinoamérica”, recuerda ‘Zebra’, ahora calvo, con algunos dientes menos, después de dos décadas en manos del bazuco, sobre colchones sucios del Bronx.

En el 2000 la fama se fue. Hoy tiene 42 años y recuerda cómo empezó en la droga.

“Duré fumando marihuana varios meses hasta que un día llegué a ‘El Cartucho’ y conocí el bazuco. Estaba trabajando vendiendo ‘Bon Ice’ y resulte por allá fue con el helado de bazuco. Vendí el carro en 2.000 pesos y con eso me compré otras dos ‘bichas’. Me echaba dos y cuando ya salía por la tarde me pasaban la otra. Me alcanzaba la plata pero a medida que me cogió la droga, como a los 3 meses, estaba drogadicto. Me ponía ‘carraman’ que es que uno queda tieso y ya no se puede mover de los lugares. Hasta allá llegaban mis amigos, conocidos, quienes me gastaban más bazuco hasta que me fui quedando sin pelos”, recuerda.

“Mucha gente me saludaba: ‘hola gamín, ¿usted no es ‘Zebra’ el famoso cantante?’ Y yo ‘sí, yo soy’. Me miraban rayado y me decían: ‘uy pero como estás llevado del diablo, toma otra ‘luca’. Y yo con eso me sentía el rey porque con eso me hacía mi festín. Estaba pasando una felicidad pasajera por unas cosas muy berracas”.

Lo sacaron de la calle casi muerto, en medio de un frío día bogotano. “Cuando me recogieron casi estaba muerto. Ahora me veo en una institución seco, sin frío, con una comida y una oportunidad. Veo mi aspecto y pienso en qué metas puedo cumplir y la ayuda que necesito para tener un horizonte”, dice.

Bañado, vestido y con el estómago lleno durmió como un bebé en su primera noche en el hogar de paso ‘Calle 18’, donde se encuentra para recuperarse. No será fácil, pero tiene ganas de hacerlo y es lo que importa.

No le gusta hablar de ‘La Etnnia’. En esa época en que vivía en el barrio El Rocío, en el centro de la ciudad. Tenía pelo, dientes y novia.

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