Foto: Agencia Anadolu

Este sábado se realizó el desfile inaugural del Festival Iberoamericano de Teatro, el cual contó con la participación de 500 artistas que fueron acompañados por cientos de asistentes durante el recorrido.

Talía Pulgarín, de 22 años, cuenta que le gusta mucho ir a teatro, pero aclara, “el teatro que no haga dormir”. Ella da sus primeros pasos como actriz de la compañía de teatro de calle Templo del Ritmo. Hace parte de los jóvenes artistas, entre los 9 a los 24 años, que conforman esa compañía, que lleva más de diez años realizando puestas en escena en Bogotá.

Con el rostro pintado, vestida de colores, Talía estaba notablemente emocionada, lista para participar con sus compañeros en el desfile inaugural de la 16 edición del Festival Iberoamericano de Bogotá, que contó con una parada de más de 500 artistas, entre músicos, actores y personal de producción.

Incluso participaron improvisados figurantes: habituales vendedores ambulantes o habitantes de calle, que siempre se dan cita en el centro de la capital para ganarse la vida, pero esta vez, sin asomo de vergüenza, actuaban en sus shows particulares y así aportaban a la alegría del espectáculo de calle.

El evento fue visto por cientos de personas que acompañaron el desfile en su recorrido por el Eje Ambiental hasta llegar al corazón de Bogotá, la Plaza de Bolívar.

La sola comparsa de Talía contaba con 40 participantes. Otras 15 compañías le rindieron tributo al teatro colombiano del siglo XX y comienzos del XXI.

Tributo a los teatreros colombianos

Cada una de las compañías incluía en el desfile pequeñas representaciones de sus obras más sobresalientes y música de diversos géneros. A la cabeza estaban los carteles con las imágenes y nombres de aquellos que son considerados los maestros de las artes escénicas en el país.

Desde precursores del teatro callejero colombiano como Jorge Vargas, pasando por desconocidas figuras como Luis Enrique Osorio o Eddy Armando; hasta nombres internacionales como Enrique Buenaventura o Fanny Mikey, la fundadora del Festival Iberoamericano.

Si bien se cumplió el propósito de rendir tributo a los que hicieron parte del movimiento escénico en Colombia, el otro cometido, planteado en el eslogan del desfile, “El río de la memoria”, tal vez no fue el mejor logrado.

La gente desconocía aquellos nombres, aunque sí lograban entender lo que cada comparsa pretendía exponer. Puestas en escena sobre la muerte, el amor, la pérdida, el conflicto en Colombia, o personajes tradicionales en el teatro como los diablos, brujas, pájaros, fantasmas; los acróbatas y la música popular despertaron la sonrisa del público.

Inclusive, a veces los espectadores participaban junto con los actores en sus respectivas puestas en escena.

Las compañías llegaron de varias partes del país, como Ipiales, al suroccidente de Colombia, con el grupo Hilando Filo, cuyos integrantes se pintaron y disfrazaron de jaguares, con el objetivo de rendirle un tributo a este animal, al que en la mayor parte del continente americano se le hace reverencia, ya que se considera que está provisto de poderes mágicos.

A través de la música popular del sur del país y de movimientos felinos, no solo hicieron una representación sino una “acción” de estos jaguares, tal como lo afirmó su líder, Gerardo Rosero, antes del inicio del desfile.

Dentro de aquel grupo estaba “Alex Jaguar”, el nombre artístico que asumió un turista español que llegó al país hace un mes y que decidió hacer parte de esta compañía.

Fanny Mikey siempre estará presente

El desfile estaba encabezado por la compañía organizadora de la actividad, Ensamblaje Teatro, dirigida por el experimentado artista de calle Misael Torres, con 40 años de experiencia en hacer un teatro basado en las obras tradicionales y las fistas nativas del continente.

Ensamblaje encabezaba los tributos con la imagen de la creadora y el corazón del Festival, Fanny Mikey, quien falleció en el 2008.

Mikey, una empresaria y actriz colombo-argentina, fue la persona que convirtió el evento en uno de los principales actos culturales de América, con una participación importante de las más sobresalientes compañía del mundo, desde Australia y Reino Unido hasta el continente africano, pasando por Argentina, Letonia o Eslovenia, entre otros países.

La constancia y fortaleza de Mikey, caracterizada por sus cabellos color rojo fuego, le dieron la imagen particular al evento.

Mientras estuvo a cargo suyo, el festival gozó de buena salud, pero pocos años después de su fallecimiento, el evento empezó a tener problemas económicos y disputas internas que afectaron su credibilidad, especialmente en el gremio.

Este año, empresas privadas que se sumaron a la Corporación Festival Iberoamericano pretendieron darle un nuevo aire y hacerlo autosostenible; que no muriera ese legado de Mikey, ya que en sus 30 años de actividades el Festival se convirtió en una especie de carnaval de la capital colombiana; un patrimonio al cual tanto bogotanos como personas de otras regiones e incluso extranjeros, como “Alex Jaguar”, siempre desean asistir.

El desfile acompañado por música del mundo

El recorrido de los cientos de artista en este desfile inaugural estuvo marcado por la música, con base en instrumentos de viento y percusión, que generaban ritmos tradicionales, no solo colombianos, como el de la papayera, sino de Brasil, con su batucada, los ritmos de comparsa argentina o incluso el pop internacional.

No en vano sonaron las melodías de la canción “Word Up”, del grupo Cameo, o la canción “Al otro lado del silencio”, de los españoles Ángeles del Infierno, que acompañaron los movimientos coreográficos de la compañía Tercer Acto de Bogotá.

Sus integrantes lucieron atuendos en tributo a Mikey, con pelucas de color rojo intenso, que en cierta forma también semejaban la imagen más reconocida del también fallecido músico británico David Bowie.

Las acrobacias o arriesgados actos de los artista hacían parte del espectáculo. Había zanqueros en patines, que bailaban y brincaban con el riesgo de un buen golpe; zanqueros disfrazados con atuendos de caballeros medievales que simulaban competir en justas, cabalgando sobre caballos de metal.

Sin dejar de lado a los ciclistas, que montados sobre gigantes grúas pedaleaban y posaban para las cámaras de los espectadores con exagerados gestos y bajo el riesgo de caerles encima.

El teatro, tanto en la calle como en los escenarios

Adriana, del grupo Gotas de mercurio, habló de las diferencias del teatro de calle, que nutría el desfile inaugural, con los demás actos de sala que se verán en los siguientes días del Festival, que terminará este 1 de abril.

“El lenguaje corporal en ambos espacios cambia, porque en el teatro de calle el lenguaje corporal debe ser más grande, amplio, debes ser un actor o actriz que atrape al público porque fácilmente puede irse”, afirmaba Adriana mientras se maquillaba.

Agregó: “En una sala estás en la oscuridad y en las sillas. En el teatro de sala no se requiere un esfuerzo más amplio que en el de la calle y es más difícil abandonar la sala cuando no le gusta la obra”.

Los organizadores de la Comparsa Mayor, como informalmente denominaron al acto, los concluyeron con éxito, a pesar de la lluvia que empezó a caer a eso de las seis de la tarde.

Su invitación era para que los asistentes hicieran parte de la “fiesta del teatro”, y tal parece que así lo lograron, ya que la gente se unió, actuó con comparsas como Teatro Experimental de Fontibón, D.C. Arte, Teatro Tierra, Ciclo Vital, Luz de luna, Esperanza de los remedios, La Huella, y Arte sin Pausa.

Cantaron y bailaron con bandas musicales con nombres coloridos como La Guaria Fantasma, JiPiYam y RaSPaCaniLLa. La población pide este tipo de eventos gratuitos e incluyentes.

Si bien la intención inicial era que los asistentes al desfile guardaran en la memoria los nombres importantes de personajes del teatro en Colombia, no se logró del todo; pero, en cambio, lo que se pedía en la convocatoria inicial se consiguió con creces: “Seamos parte de un río de gente, un río de vida, un río de imaginación… de un río teatral”.

La única condición que los espectadores piden para asistir y gozar en cualquier obra artística es la misma que la que pide Talía: “Que no haga dormir…”

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