Foto: Andrés Rivera

Unas 17 horas de lancha y de autobús necesitó Blanca Real para llegar desde su hogar en las llanuras hasta Villavicencio ansiando escuchar en persona el mensaje de reconciliación del Papa Francisco, algo que espera le ayude a perdonar a quienes masacraron a sus vecinos.

Ella y unas 6.000 víctimas más del conflicto armado se preparan para asistir el viernes a un encuentro con el Sumo Pontífice, en busca del sosiego que necesitan para poder perdonar a sus verdugos y ayudar a cerrar el trágico capítulo de violencia que sufrió la nación por más de medio siglo.

Francisco enfocará su mensaje en la reconciliación de la sociedad en Villavicencio, donde hasta hace poco luchaban las Fuerzas Armadas, guerrilleros y paramilitares, nacidos para combatir a los rebeldes por sus abusos pero que terminaron cometiendo asesinatos y graves violaciones de derechos humanos.

"Es una gran oportunidad de reunirnos y con las palabras que el Papa nos va a decir va a ser muy gratificante para nosotros sacar ese dolor y esto que hemos sufrido por muchos años", dijo Real, de 44 años.

Escapando por la selva al darse cuenta de la presencia del grupo armado ilegal, la mujer y su familia sobrevivieron a una masacre paramilitar en el municipio de Puerto Alvira en 1998. Pero 18 de sus vecinos y amigos no corrieron la misma suerte.

Años después, Real fue desplazada de su pequeña finca por las FARC, al igual que millones de colombianos.

"Hemos sufrido mucho la secuelas de la guerra, pero tenemos que permitirnos reconciliarnos", dijo la mujer. "Si yo no perdono y no saco el dolor que tengo en mi corazón nunca voy a poder ser feliz".

En Villavicencio, el máximo jerarca de la Iglesia Católica escuchará a un pequeño grupo de víctimas y victimarios que incluyen civiles, exguerrilleros y militares, cuyas vidas fueron marcadas por el conflicto.

Francisco apoyó desde el comienzo la negociación de paz con las Farc, pero había condicionado su visita a Colombia a la culminación del proceso, que llevó a la creación de un partido político por parte de la guerrilla en su camino hacia la integración a la sociedad.

El Gobierno del presidente Juan Manuel Santos ahora mantiene conversaciones para hacer lo propio con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), fundado por sacerdotes católicos radicales en 1964. Las partes acordaron un cese bilateral del fuego justo antes de la llegada de el Papa.

Pero algunos colombianos víctimas del conflicto creen que todavía queda mucho camino por recorrer para pasar la página.

"La venida del Papa no me restaura en nada, porque para yo sanar mis heridas, para yo perdonar a esas personas, tienen que dejar de estar hiriéndome, porque siguen haciendo cosas en mi territorio", dijo Ana Delia Cundumi, coordinadora de la mesa de víctimas del selvático departamento del Guaviare.

"Todavía estoy sufriendo y viendo sangre derramada en nuestro territorio por causa de estas personas al margen de la ley y seguimos siendo amenazadas", sostuvo.

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