Llamar a las vacas por su nombre

Poner nombre a las vacas desde becerras no solo facilita su domesticación, también es símbolo de agradecimiento por parte del campesino durante la labor ancestral del ordeño. En el marco del día del campesino colombiano, destacamos este ritual de cada mañana, en fincas y parcelas del país.

En una finca quesera en vereda Fagua de Cundinamarca, el primer llamado de la mañana es “manchitas, nena, cachitos” y es que, criar a las vacas llamándolas por su nombre desde becerras no es excentricidad sino al contrario es sinónimo de buen trato y agradecimiento.

“Los animales son como uno, como los tratan así mismo se portan y dan el producido de leche” asegura campesino.

Llamar, manear y ordeñar, parece una tarea fácil, pero de no hacerse bien podría hacer que la leche no salga. Llamar las vacas por su nombre también va acompañado de un buen trato y nutrición para los animales.

 

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