Fotografía tomada del canal de YouTube CanalCapitalBogotá.

Al borde del colapso se encuentran 194 viviendas del sector Santa Cecilia, en la localidad Usaquén. Las lluvias han empeorado la situación de efecto de remoción en masa, que tiene a decenas de familias prácticamente en las ruinas.

La magnitud de los daños es como si se tratara de un terremoto. Niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad viven en esas condiciones en viviendas de ocupación ilegal, que de a poco, se convierten en montones de escombros.

“Estamos en riesgo de deslizamiento y se nos están agrietando los muros y las paredes, y las fachadas se están cayendo”, sostuvo Nelson Aldana, habitante del sector con discapacidad visual.

El miedo se apodera de los habitantes cuando las lluvias se suman a la inestabilidad del terreno; según Idiger, generando un alto riesgo de colapso.

Las casas se sostienen de unas pocas columnas dobladas y otras que aún soportan el peso, puertas y escaleras que aún se resisten a perecer y la esperanza de personas como la señora Sandra que, a pesar de ser de carácter fuerte, en ocasiones se quebranta al ver una grieta nueva o al escuchar el crujir de su casa.

“La casa para mí era lo único que tengo y lo único que me dejó el papá de mi hija y se derrumbó (sic). Es muy duro pasar por esta situación, pero estoy dispuesta a morir dentro de mi casa y no afuera de mi casa”, manifestó Sandra Sepúlveda, propietaria de vivienda afectada.

Sandra trabaja haciendo domicilios, entre 10.000 y 20.000 pesos dice ganarse a diario; dinero que a duras penas cubre los servicios públicos del lugar que se cae a pedazos, por lo que no imagina tener que desocupar. 

“A la Administración Local y Distrital que se cumplan los conceptos del Idiger, que indican la reubicación de las familias que se encuentran en la zona de Santa Cecilia Baja. Adicionalmente, a las autoridades ambientales a que hagan la recuperación del sector que se está viendo afectado por la alta tala de árboles”, dijo al respecto Biviana Aguillón, delegada para coordinación de la gestión de personerías locales.

Véase también: Historias del desplazamiento: dos rostros detrás de este flagelo

Situación similar vive Gloria Cabrejo de 60 años; invirtió los ahorros de toda su vida para una vejez en paz en compañía de 10 familiares, ahora lo que ve es un futuro cercano que cataloga como una tragedia que puede evitarse.

“Me da tristeza porque yo realmente recibí el bono pensional para construir y no depender de mis hijos. Yo arriendo un apartamento y ahí tengo plática, pero no, de verdad me dicen que me tengo que ir y no (sic). Realmente me da mucha tristeza ver mi casa así (…) De todas maneras, me voy a morir, pero no le puedo dejar nada a mis hijos y eso me da mucha tristeza”, comentó Gloría Esperanza, propietaria de vivienda afectada.

Algunos abandonaron los lugares más pequeños, por miedo a que pisos de casas vecinas de hasta cuatro niveles les cayeran encima, los que quedan se reúnen cada día para distraerse de lo que afrontan, esperando una respuesta concreta.

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