Fotografía tomada del canal de YouTube Café Picante Morales.

En este capítulo de “30 años de la Constitución del 91, la promesa congelada”; un especial de Capital, hablamos con Antonio Morales Riveira, periodista; escritor e investigador, respecto a uno de los procesos sociales, políticos y democráticos más importantes de la historia de Colombia y que ya cumple 30 años de existencia: la Constitución Política de 1991.

Antonio Morales, antes de la constituyente, había estado en el proceso de desmovilización y de dejación de armas del M-19; encargado de la parte de las comunicaciones y la relación con la prensa. Poco después del asesinato de Carlos Pizarro, se retiró del espectro político y se dedicó de lleno a la labor periodística. De manera que su participación en la constituyente se dio desde el perfil del periodismo.

A través de la Asamblea Nacional Constituyente, se dio paso al cumplimiento de las necesidades históricas y sociales del pueblo colombiano, representadas en movimientos como la Séptima Papeleta, mediante la escritura de una nueva carta magna que reemplazaría a la de 1886.

Pasadas tres décadas, la crítica que con mayor repetición se le hace a la Constitución de 1991 es su falta de aplicación en el espectro político y tangible de la sociedad colombiana.

“La Constitución del 91 se quedó en el papel quizás por dos situaciones: la primera, por lo que se ha llamado la chatarrización de la Constitución, es decir, gradualmente el desmonte del articulado de la Constitución que era garantista y que era reconocedora de los problemas históricos del país y que ha sido de alguna manera desmontada; y la segunda, porque en la Constitución misma se dejaron de lado cosas que eran las que hubieran podido garantizar el cambio social, político y económico del país. Algunas se tocaron, pero hizo falta”, sostuvo Morales.

A pesar de las modernizaciones del Estado y de los pasos gigantescos que se dieron respecto a la Constitución de 1886 en derechos humanos fundamentales, para el periodista Morales, parece que el cambio se quedó en las palabras, que “la hierba de la democracia no crece aquí”.

“Si tú ves que 30 años después los sujetos de las garantías como las minorías nacionales, étnicas, sexuales, etc, son atacados, asesinados y brutalizados de la misma manera que se hacía en el 91 y en 1886, pues uno entiende que el cambio fue meramente conceptual y en el papel. Uno ve que la sociedad colombiana se modernizó en la cabeza, pero en los hechos no”, manifestó.

De la misma manera, afirmó que la prueba real de la Constitución del 91 se dará en el posible cambio político del 2022, pues ante un posible ascenso de la izquierda o el centro al poder, se tendrá que refrendar uno de los pilares de la carta magna: “La alternancia del poder”.

¿Considera necesario la creación de una nueva constitución?

“No veo necesario una nueva constitución, lo que sí tiene que haber es unos cambios estructurales; una reforma electoral profunda de carácter práctico, como el voto electrónico o el voto obligatorio. Esto, con el fin de que la voluntad del pueblo sea la que es y no la que tuercen, es decir, una reforma contra la ñeñepolítica”, respondió Morales.

Agregando que el país tiene que apuntarle a otra expresión de la Constitución del 91 para entender que sí cambió al país, no en lo puntual y en lo legal, sino en la dinámica y el espíritu de los tiempos.

“Estoy hablando que los pelados que han estado en la calle todo este tiempo, han dejado su vida por un cambio; 70 muertos, más de 1.000 desaparecidos y que han desaparecido descuartizados. Ellos le han puesto el pecho al horror del fascismo en el poder y son producto, tardío, de la Constitución del 91”, puntualizó.

¿Cuáles son las ganancias y las deudas de la Constitución del 91?

En cuanto a las conquistas de la nueva Constitución, Antonio hizo referencia a la laicidad del Estado; es decir, el cambio de la postura filosófica y religiosa de Colombia.

“La laicidad era la transformación necesaria de la sociedad colombiana que ha sido fundada sobre la espada y la cruz del catolicismo y de la conquista, sobre la devastación de un pueblo indígena que hoy resiste. La laicidad hubiera tenido que cambiar las dinámicas de las estructuras de la educación en Colombia, con esto me refiero a los manejos históricos que ha tenido la iglesia sobre el país; que son sociales, políticos y sexuales”, dijo el periodista.

Y sobre las deudas de la Constitución del 91, argumentó que el debate al respecto debe centrarse en la aplicación de las leyes que protegen a las poblaciones indígenas y el medio ambiente.

“Los derechos de las personas, supuestamente minoritarias, que son los pueblos ancestrales, son derechos al politeísmo; es decir, el derecho a creer que en cada árbol, en cada piedra hay dios. Y eso tiene una relación fundamental con la sostenibilidad ecológica del planeta y del país, y habría que meterle ahí también el tema de la ecología y del medio ambiente, que se fue desarrollando los últimos 30 años a la par de la Constitución”, concluyó.

Esta fue una de las múltiples entrevistas que Capital hará en su especial “30 años de la Constitución del 91, la promesa congelada”, indagando respecto a los retos, pormenores, aciertos e historias que engloban a la constitución que en la actualidad nos rige y a la que aún le faltan muchos retos por superar: la Constitución Política de 1991.

Conéctate al especial de Capital para ver la entrevista completa.

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