Por Jessica Bermúdez Córdoba

Al fondo de uno de los bares más importantes de la ciudad se escuchan los acordes que ensayan los catorce músicos. Ellos, un tanto nerviosos, no pueden disimular la emoción y la pasión con la que se encuentran preparando sus instrumentos en el escenario.

Seis meses después de la intervención del Distrito en el ‘Bronx’, estos catorce jóvenes que fueron rescatados y rehabilitados expusieron su talento musical  en un evento llamado ‘Give me five’, en el Hard Rock Café Bogotá.

Esta es una iniciativa de la Fundación ANNA,  Idipron (Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y de la Juventud) y este emblemático bar que rinde culto al rock, con la que se  busca resaltar la tolerancia y la solidaridad en la sociedad y que tiene como objetivo que cada una de estas personas, sin importar su pasado, encuentre una nueva oportunidad.

Freddy Cardozo fue uno de los pioneros del proyecto, al cual se unió mientras estaba en una casa de rehabilitación habilitada por el Distrito, luego de salir de la calle donde operaba la olla más grande del país.

Durante toda su vida, Freddy ha disfrutado de la música y admite que aun cuando habitaba en la calle, sus amigos reconocían su talento y le pedían que cantara para amenizar las frías noches, haciendo un poco más llevadero ese ambiente tan hostil.

Amante del rock, este hombre saca lo mejor de su talento en cada escenario. Participar en estos eventos le ha ayudado a reintegrarse a la sociedad. Él hace parte del equipo de cocina del Hard Rock Café, donde trabaja desde hace varios meses y sueña con salir adelante.

Atrás quedaron las calles oscuras y las drogas, pues hoy estos jóvenes pasan sus días entre acordes, guitarras y micrófonos.

Valentina Bartony, de 26 años, es otra de las beneficiadas con el programa. Ella asegura que se unió para tener mejores oportunidades de trabajo.

“Cuando ingresé estaba en una situación muy crítica, perdida en el consumo y en la calle. Ejercía la prostitución”, señala la mujer, quien asegura que le gusta la música desde hace diez años cuando inició la transición de hombre a mujer.

“Me encanta tocar el piano y el violín desde que inicie mi proceso para ser una transgénero”, dice Valentina, quien acaba de bajar del escenario con una sonrisa inmensa.

Esta música empírica llegó al ‘Bronx ‘con el objetivo de comprar un poco de marihuana y, según relata, “empezaron las malas amistades, el barrio Santa Fe, la vida fácil, la prostitución, las drogas y cuando menos me di cuenta había perdido todo lo construido”.

La mujer de cabello rojo y ojos color miel asegura que no ha sentido rechazo por parte de la sociedad y que con el arte, que “es todo lo que sale del más profundo del corazón”, quiere visualizarse en otras cosas. “En enero del otro año pienso estudiar enfermería”, cuenta emocionada.

Freddy y Valentina hacen parte de las 2.053 personas a las que el Distrito les prestó atención física y psicológica una vez salieron del ‘Bronx’.

Según cifras de la Alcaldía de Bogotá, solo 550 se han recuperado satisfactoriamente, no consumen estupefacientes y  tienen un proyecto de vida tras seis meses de la intervención de la Fuerza Pública en la zona.

Katherine Held, bajista, cantante y compositora graduada de la Universidad Sergio Arboleda y del Atlanta Institute of Music, apoya a la Fundación Anna para el intercambio cultural en su desarrollo del programa de música para ayuda a los exhabitantes del ‘Bronx’.

Esta mentora relata que lo importante de este proyecto es darles a los beneficiados la oportunidad de integrarse a la sociedad y que, a través del arte, ellos encuentren una cura a sus heridas del pasado.

“La música es una herramienta maravillosa para que la gente aprenda muchas habilidades. Además, les ayuda a ganar confianza en sí mismos a reintegrarse a la sociedad y a generar confianza para que puedan salir a buscar trabajo”, indica Held.

Por su parte, la profesora de técnica vocal, Mariana Salazar, quien ha entrenado las voces de artistas de prestigio a nivel local e internacional, como Andrea Echeverri, de Aterciopelados; Bako, de The Mills; Sebastián Yatra, entre otros, afirma que esta experiencia cambió su forma de enseñar.

“Tengo mucha paciencia con ellos. Las cosas que pasan alrededor de sus vidas son fuertes. Hay que aprender a estar en sus zapatos, entenderlos y enseñarles poco a poco”, expresa.

Así mismo, recalca que el aprendizaje de los jóvenes ha sido un tema personal, más que musical. “Ellos antes tenían actitud rebelde y agresiva, ahora son capaces de conciliar, de pensar en equipo y de ceder cuando a alguno no le gusta algo”, dice.

Según la maestra que lleva más de tres meses en el proyecto, la forma de expresarse de estos jóvenes que habitaron las calles del ‘Bronx’ ha cambiado notablemente, porque “ya saludan, llegan arreglados y perfumados, se despiden y dan las gracias. Ha sido un cambio personal impresionante”, destaca.

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Al ritmo de éxitos como ‘Florecita rockera’, ‘La flaca’ y ‘We will rock you’, los asistentes disfrutan de un show que se prolongará hasta más de medianoche y donde los protagonistas han cumplido un sueño.

Natalia Carreño, gerente general del Hard Rock Café Colombia, asegura que la música es un gran medio para fortalecer a las personas y para que puedan hacer un cambio de vida.

“El impacto que queremos va hacia ambos lados: hacia la sociedad para que vean a los exhabitantes de calle como seres humanos con capacidades enormes, y hacia ellos, para que mejoren su autoestima y vean que pueden ser parte de la comunidad prestando sus servicios en cualquier cosa”, explica Carreño, quien es una de las promotoras del proyecto.

La Gerente advierte que el reto más grande es “mantenerlos constantes e interesados”. A su vez, califica la iniciativa como un éxito, ya que de los catorce músicos que expusieron su talento, cuatro trabajan en el bar y esperan poder buscar oportunidades laborales para los demás.

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