Tres disparos, segundos de silencio, caos total. Juan Roa Sierra acababa de asesinar a Jorge Eliécer Gaitán, en ese momento, uno de los hombres más importantes del país y fuerte candidato a convertirse en presidente de la Nación. Solo tres disparos bastaron para que reinara la destrucción en Bogotá. Tres disparos para que los capitalinos desenfundaran toda la ira que llevaban por dentro. Mataron a su líder, mataron a la persona con la que se identificaban, mataron a quien los representaba. No había nada más que decir.

Después de confirmarse la muerte de Gaitán por varias cadenas de radio, miles de personas salieron a las calles de Bogotá a exigir, no solo que se castigaran a los culpables del asesinato del líder liberal, sino la renuncia del presidente Mariano Ospina Pérez.

Mientras unos ciudadanos se dirigían enfurecidos y de manera desorganizada a la Plaza de Bolívar y a la Casa de Nariño a protestar por este fatídico hecho, los desmanes y saqueos brotaban por todas las esquinas de la capital. Los incendios se propagaron igual de rápido que la ira de los bogotanos, arrasando entre otros edificios con las sedes de los periódicos El Siglo y El Tiempo.

Los soldados del Batallón Guardia Presidencial rodearon la casa del presidente Ospina. El teniente Silvio Carvajal era quien los lideraba y al ver que la turba avanzaba, dio la orden de disparar. Las primeras balas empezaron a herir y a matar personas. Según fuentes no oficiales, en este primer encuentro 30 personas fueron asesinadas.

A las 4:00 p.m., la ciudadanía continuaba enfurecida en las calles de la ciudad, los saqueos y los incendios se hacían más fuertes. Sobre la carrera Séptima con calle 16 empezaban a aparecer tanquetas militares, aumentando las emociones de quienes se encontraban en el lugar. Uno de estos tanques disparó sin limitación alguna. Decenas de cadáveres empezaron a aparecer sobre las calles de la ciudad.

Los tranvías ardían en diferentes partes de la capital, el Hotel Regina fue incendiado por completo, cientos de edificios quedaron en ruinas. Según la Red Cultural del Banco de la República: “francotiradores disparaban sin discriminar y causaron tremenda mortandad”.

La orden de los militares era calmar las turbas y dispersarlas, sin embargo, testigos de la época cuentan que muchos de ellos dieron armas a la población y se unieron a la destrucción. Según Daniel Pécaut, 2001 “la Policía de Bogotá simpatiza en su mayoría con ellos, la quinta división de la policía se adhiere abiertamente y su cuartel se convierte en el centro de las operaciones”.

Por su parte, el presidente Mariano Ospina Pérez recibía en su despacho a tres líderes liberales, Plinio Apuleyo Neira, Carlos Lleras Restrepo y Darío Echandía, para tratar de encontrar una solución a lo que estaba sucediendo en ese momento en Bogotá (Plinio Apuleyo Mendoza, 2013).

El gobierno de Ospina intentó la fórmula de darles cuota de poder a los liberales como una estrategia para calmar las exaltadas turbas que atacaban en todo el país. Según Daniel Pécaut, 2001 “frente a esta situación, el gobierno de turno, a la cabeza de Mariano Ospina Pérez ideó la Unión Nacional como una medida para diezmar a la clase popular y proteger a la élite, que vivía confinada en la amenazada después del Bogotazo”.

Darío Echandía asumió el papel de liderazgo liberal en la Unión Nacional, lo que lo lleva a ser ministro de Gobierno y luego candidato presidencial. Carlos Lleras accedió a la dirección del Partido Liberal, y el lugar del “Negro Gaitán”, el líder del pueblo, fue ocupado de nuevo por las élites liberales tradicionales y moderadas.

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Luego de tres días de incendios y destrucción, los bogotanos se detuvieron. Muchos ebrios de tanto alcohol y otros simplemente cansados, pues desistieron de hacer renunciar a Ospina Pérez.

Las cifras oficiales cuentan que ese 9 de abril de 1948 fallecieron alrededor de 500 personas, sin embargo, cifras extraoficiales narran que fueron más de 3.000 personas.

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El Bogotazo en otras partes del país

Sin embargo, Bogotá no fue el único lugar donde se sintió la ira liberal. La noticia de la muerte de Gaitán se propagó rápidamente por las emisoras locales en Colombia. Gaitanistas de todo el país empezaron a provocar desmanes es sus ciudades.

Diferentes levantamientos se creaban en varias zonas de Colombia, las cuales asumían diversas modalidades según características de cada región, por ejemplo, en las grandes ciudades se produjeron revueltas anárquicas pero de poca duración. Por su parte, en pueblos, municipios y veredas, los habitantes empezaron a crear sus propias autoridades y milicias populares. (Fernán González, 2014)

Uno de los lugares con mayor impacto fue Barrancabermeja, donde se instauró una junta revolucionaria, se desarmó a la Policía, se creó una milicia ciudadana para resguardar el orden y se designó como alcalde al liberal Rafael Rangel. No obstante, este suceso duró solo diez días. Más de 100 juntas se crearon en todo el país, algunas de ellas no sobrevivieron más de dos días.

Miles de asesinatos ocurrieron en todo el país. Los negocios de comercio fueron saqueados, ya ni se sabía quién era el culpable de qué. Lo único que se tenía claro era que la historia de Colombia quedaría marcada por un hecho que cambió la vida de millones de personas, y que, lastimosamente, no sería el último en ocurrir.

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