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Foto de: Pixabay

Elsa Johana Ortiz fue obligada por las autoridades de Estados Unidos a tomar un avión a Guatemala mientras su hijo fue enviado a un refugio de inmigrantes.

“No puedo irme sin mi hijo”. Estas fueron las palabras de preocupación de la guatemalteca, de 25 años, Elsa Johana Ortiz, en el momento en el que oficiales de la Patrulla de Frontera la detuvieron en un centro de atención en el sur de Texas.

Su plan, luego de cruzar la frontera desde el Río Grande hasta Texas, era reunirse con su novio, Edgar, quien tiene un trabajo en el sector de la construcción en Estados Unidos.

No obstante, su destino fue otro. Su hijo, Anthony, fue enviado a un refugio para niños inmigrantes, mientras que a Ortiz la embarcaron en un avión de regreso a Guatemala.

Durante las últimas semanas varias ONG han revelado historias similares, que son el resultado de un programa reforzado de aplicación de ley del gobierno federal contra quienes cruzan la frontera de forma ilegal.

Según los abogados de inmigración, estos casos son cada vez más frecuentes y los padres de familia deportados no tienen claro qué deben hacer para recuperar a sus hijos.

“Muchos de ellos son presionados para aceptar la deportación de forma voluntaria con el fin de recuperar a sus hijos”, le dijo Laura Tuell, abogada de Jones Day, una firma de abogados internacional que brinda asistencia a refugiados en Texas, al diario The New York Times.

Para esta firma de abogados el caso de Ortiz es una prueba de que esta estrategia de la administración Trump se implementó sin ser planificada de manera adecuada.

The New York Times también reveló que uno de sus reporteros visitó el refugio de menores migrantes más grande en Texas, que alberga a más de 1.500 niños en un antiguo supermercado Walmart.

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