Los granos recién molidos y su experiencia han hecho del café más premiado de Colombia un lugar de lujo dentro de la capital.
Desde hace 40 años, los granos que se disfrutan en el café San Alberto son cultivados en la hacienda que lleva el mismo nombre, ubicada en el Quindío y que pertenece a la tercera generación de agricultores de los hermanos Villota.
"En 1972 mi abuelo Gustavo compra su finca, coincide con la muerte de su hijo Alberto en un accidente aéreo en el Quindío y le pone a su finca San Alberto, desde allí ha sido una finca ejemplar en la zona", dijo Gustavo Villota, director del café San Alberto.
Todas las preparaciones tienen como base los granos recién molidos.
"Decidimos hacer lo que nosotros llamamos unos templos para nuestro café, unos lugares de culto, pues creemos que somos unos artistas del mundo del café y esos esfuerzos nos terminaron llevando a un sabor bien diferencial".
En algunos momentos los sorprendían algunos embajadores de Colombia, líderes chefs y sommeliers famosos del mundo que los invitaban a participar en foros para evaluar su calidad y así es como han tenido más de 20 premios internacionales, convirtiéndolo en el café más premiado de Colombia.
"Estoy cómodo en decir que nuestra cercanía en dominar desde el principio el grano hasta el final nos permite con un control absoluto y somos absolutos colegas de este caficultor", señaló Gustavo Villota.
Estos hermanos se dieron a la tarea de crear de manera artesanal un producto con sabores exquisitos, embarcándose en la ambiciosa misión de convertir a su producto en un ícono de lujo mundial.
La experiencia y el olor de cada taza de café ratifican su primer lugar entre los sitios bogotanos, pues les brindan a sus clientes la oportunidad de tomarse un buen café traído directamente del campo.
Aquí el informe completo:
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