Cámaras fotográficas de la colección del Tertuliadero.

En un recorrido por las calles de la ciudad, encontramos una casa en la localidad Barrios Unidos en donde se conserva la memoria de la capital antigua: el Tertuliadero, un museo con más de 20.000 piezas de la Bogotá antigua

Andrés Zapata, nuestro corresponsal, estuvo de visita en el lugar y nos contó que hay por lo menos 20.000 piezas recolectadas, elementos que por sí solos cuentan lo que ha pasado en el último medio siglo en la capital. 

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Tertulia no es solo memoria, es historia.

Tomarse un café, conversar de la Bogotá antigua, de su cultura, de sus cambios y conservar la historia es el propósito del Tertuliadero. Este es un lugar privado que desde hace más de 50 años conserva la historia de la capital

“Tenemos cosas antiguas como el carro, los proyectores, las cámaras, tenemos hasta un semáforo que alguna vez tuvo un accidente y, por fortuna mía, terminó en el Tertuliadero”, sostuvo Germán Chaves, coleccionista.

Lo que empezó como un hobby coleccionando objetos, se convirtió en un museo que cuenta con más de 20.000 piezas, que van desde máquinas de coser de hace 100 años hasta adquisiciones que pocos bogotanos pueden tener.

A la magia del museo se suma la compañía de personajes que vuelven este lugar encantador. Cada pieza cobra vida cuando cuentan su historia, como la del trolebús.

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“Tenían el sistema eléctrico, por las cuerdas de la luz, eso podía ser un inconveniente porque, cuando se iba la energía, quedaba el bus varado y se formaban unos cordones de luces impresionantes”, narró Julio Castillo, historiador.

Germán y Julio son dos amigos, dos generaciones, dos hombres entregados a no olvidar a esa Bogotá que los vio nacer, crecer y en la que ahora quieren dejar un legado a través de sus historias y esta colección de piezas.

“Estoy conservando parte de la historia de Bogotá, de sus cosas. Me satisface que a mis hijos les gusta y van a heredar cosas bonitas porque los niños hoy en día no saben qué son estas cosas. Mis hijos sí lo saben y van a tener la oportunidad, seguramente, de contarle a sus hijos qué es cada cosa y pues eso es algo muy bonito: conservar un pedazo de la historia bogotana”, dijo el coleccionista Germán Chaves.

Concuerdan con que jamás cambiarían ese cachaco chirriado que llevan en su interior y dicen que no olvidarán esos tiempos de tertulia en las calles bogotanas que dejan como legado.

“Bogotá es mi ciudad hermosa, aquí nací, crecí, envejecí y la sigo queriendo porque aun así todos seguimos tratando de conservar las tradiciones”, agregó el historiador Julio Castillo.

Esperan que las nuevas generaciones no se olviden de la nevera o ‘La Fría’, como muchos en Colombia le dicen a Bogotá, la ciudad que cumple 484 años y es reflejada por estás increíbles piezas. 

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