Mujeres Duque y Petro
Foto de: Kienyke

La Mujer que enamoró a Gustavo Petro 

Verónica Alcocer conquistó el corazón del candidato presidencial Gustavo Petro. Con casi 20 años de matrimonio y tres hijos, es la mujer que se da a la tarea de sacar adelante un hogar y respaldar la carrera política de su esposo. Aunque para ella los días normales se acabaron y, por obvias razones, no acostumbran visitar cines o parques públicos, su familia está más unida que nunca.

La historia de amor entre Verónica y el exalcalde de Bogotá inició con un encuentro casual. Gustavo pasó a su lado y en medio de carros blindados y esquemas de seguridad lanzó una frase fugaz pero memorable: “¡Qué ojos tan hermosos!”, pues son de un verde vibrante que al parecer desde el primer momento hechizaron a Petro. En ese mismo escenario un amigo intervino como “celestino” y poco tiempo después el noviazgo fue un hecho.

La esperada hora de formalizar la relación ante la familia Alcocer llegó. Sin embargo, el encuentro fue poco tradicional, Petro le dio la mano al padre de Verónica sin revelar su identidad, pues ella no quería que su padre se dejara llevar por el estigma del pasado de su nuevo novio y sancionara la relación antes de conocerlo.

El recibimiento de Gustavo Petro fue en medio de una comida, un banquete dispuesto para el visitante que se convirtió de inmediato en un miembro más de la familia. A pesar de las diferencias ideológicas se conocieron para amarse y adorarse, pusieron por encima de su pensamiento político “lo que es la familia y lo que somos como seres humanos”, dice Verónica.

La sincelejana recuerda con tanto aprecio la relación entre su padre y Gustavo que una de las pocas veces en que su esposo ha llorado fue el día de la muerte del hombre que lo adoptó como a un hijo y en medio de frases de despedidas, de sus ojos brotaron lágrimas por aquel que le dio el regalo del amor.

La familia Petro Alcocer es numerosa, tres hijos dentro del matrimonio y tres por fuera. Verónica considera que no hay distinciones, todos son hermanos y a todos los ama como si fueran suyos. Los principios inculcados desde el hogar hicieron de la unión su mejor fortaleza ante las críticas y vicisitudes que desde afuera podían llegar. Como cuando recibieron amenazas de muerte por las denuncias que Petro hizo contra grupos paramilitares y tuvieron que huir del país, un momento que recuerda no solo por el temor, sino por la superación que significó.

Ya es abuela de Luna, una pequeña de nueve meses que la hace sentir orgullosa, pues al igual que su esposo, el vínculo que los conecta no conoce distancias y, aunque estén repartidos por diferentes partes del mundo, todos están en la misma sintonía.

Verónica es una mujer comprometida, actualmente “el trajín” de la campaña política de su esposo la ha llevado a recorrer toda Colombia, pero no deja de lado sus responsabilidades como mamá y hace las pausas necesarias para que en su hogar todo siga su curso.

Las expectativas de Gustavo Petro para llegar a la Casa de Nariño son altas y en este proceso, sin duda, el papel de su esposa ha sido de gran protagonismo. “Siempre estoy ahí”, en cada detalle, detrás de su imagen, y respaldando cada paso, aunque admite que el tema político no es lo suyo, “eso lo resuelve él con su equipo”. Lo suyo son, como dice ella, “los detalles de fina coquetería que requieren de una atención especial”.

Pero Petro no es el único que se proyecta, Verónica en caso de ser primera dama también tiene claro cuales serán sus objetivos. Al ser la educación uno de los ejes centrales de la campaña de su esposo, espera complementar esta iniciativa con un programa de música y arte para evitar que los jóvenes caigan en el vicio y las calles. Asimismo, considera alarmante las cifras de violencia contra los niños, afirma que este es un tema que le “duele como mujer y como mamá”, por lo que se compromete a trabajar contra esto desde el primer día.

María Juliana, la compañera de Duque

María Juliana Ruíz es la mujer que desde hace más de 15 años camina de la mano del candidato presidencial Iván Duque, la madre sus hijos, la persona que lo llevó a vivir las más grandes aventuras y posiblemente será la primera dama de Colombia.

Es hija única, formada con los valores de una familia amorosa y de un colegio femenino de religiosas de Bogotá, en el que destacó no solo como una gran estudiante, sino como una mujer generosa y trabajadora.

Su historia con Iván Duque empezó desde que eran muy jóvenes: tenían 15 años, y se habían cruzado en un par de ocasiones por amigos en común. Pero no fue sino cuando de forma casual, esperando el bus en el mismo paradero, él se acercó, mientras María Juliana leía un libro que ella no recuerda cuál era pero él sí y empezaron a conversar. Un acto aparentemente simple que quedó grabado en la memoria de los dos hasta el presente.

Semanas más tarde se vieron en una fiesta, a la que Juliana no quería ir porque no acostumbraba a acudir a dichos eventos pero su madre insistió fuera. De esa noche, más que celebración, recuerda la conversación de largas horas que poco a poco los enganchó. Tanto así que al llegar a su casa le dijo a su madre que había conocido al padre de sus hijos. Su madre le pidió que no dijera palabras ociosas, sin saber que hasta el día de hoy sería su yerno.

Poco tiempo después iniciaron su relación y desde ese día María Juliana acompañó a Iván en las diferentes facetas de su vida. Una de ellas, fue en su juventud cuando tenía su banda de rock, en la que era vocalista.

La relación tuvo varias pausas en el camino, pero la conexión que tenían los llevó a crecer juntos. Al finalizar la carrera de Derecho en la Universidad Javeriana, época que Juliana asegura que gozó al máximo, viajó a París donde estudió y tuvo varios trabajos. Fue mesera, dictó clases de salsa ya que es una apasionada por el baile y la música, entre otros oficios.

Ha sabido aprovechar sus experiencias internacionales en lugares como la OEA, donde trabajó por más de once años, labor que supo nutrir con su creatividad innata y su sensibilidad por el compromiso social. Apalanca la consecución de resultados positivos con su formación en leyes, su habilidad para resolver problemas, y su capacidad para pensar estratégicamente y planificar a largo plazo.

María Juliana describe a Iván Duque como un hombre detallista que la conquistó con canciones y regalos en los momentos menos esperados, además de su sentido del humor “fino y picante”. Así se robó su corazón hasta que el 15 de febrero de 2003 se casaron en Washington, tres meses después de que Iván pidiera su mano en matrimonio. “Vivimos allá durante 13 años y construimos una familia cinco años después cuando nació Luciana que ahora cumplió 11, Matías 7 y Eliosa 6”.

Durante el proceso de campaña, María Juliana ha sido una admiradora de las cualidades que tiene su esposo para liderar el país. “Iván es un ser humano transparente, entretenido, con un capacidad intelectual muy grande, pero no deja de ser sencillo y bueno. Siempre he sido consciente del hombre con el que me casé y sé de las cualidades que tiene para ser Presidente en Colombia”.

La campaña no fue solo de Iván Duque. María Juliana lo acompañó en los recorridos que realizó en toda Colombia. Como primera dama, su mayor interés es enfocarse en la primera infancia, la educación y seguridad de los niños del país: “Tengo esa voluntad y deseo ser efectiva y ejecutar en favor y beneficio de los colombianos. El abuso y los temas de los niños me conmueven mucho, aún no entiendo cómo una persona puede hacerles daño. Si tuviera la oportunidad me gustaría aportar desde allí, desde la niñez y educación”.

Es una mujer sensible, carismática y trabajadora que anhela, de la mano de Duque llegar a la Casa de Nariño para ser la próxima pareja presidencial.

En alianza con Kienyke 

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