Carlos Arturo Velandia, más conocido como ‘Felipe Torres’, fue militante del ELN entre 1972 y 2004, alcanzó un lugar como comandante del frente Domingo Laín, una estructura que operó en Arauca y tiene fama de ser la más fuerte en esta guerrilla.

Estuvo 10 años en la cárcel y salió luego de cumplir su pena y gracias a su papel como gestor de paz.

Velandia nació en Bucaramanga y desde joven creyó en la revolución y junto con sus compañeros estudiantes luchaba en contra de la desigualdad de clases.

“A decir verdad, el ELN me encontró a mí, yo no lo busqué. Yo era un muchacho inquieto, preocupado por la situación del país, era activista estudiantil y fue ahí donde me encontraron”, contó Carlos Velandia, investigador y consultor de paz.

Primero, fue militante en Bucaramanga y luego se fue para el monte, ante los ojos de Carlos Velandia para aquella época la única posibilidad de ser revolucionario era ser guerrillero.

“Ser del ELN en ese entonces era una cosa importante, pero los que vivíamos en Bucaramanga lo veíamos con mucha libertad”, expresó Carlos Velandia.

Para Velandia ingresar al grupo al margen de ley le permitió seguir con sus creencias e ir a viva voz contra el gobierno de ese entonces.

“Ser guerrillero era una manera de graduarse en el escalón de ser revolucionario. En aquella época teníamos una visión bastante romántica de la guerrilla”, expresó Velandia.

Cuando entró al ELN, el grupo estaba derrotado militarmente, presentaban una situación difícil, porque ser perdió la cohesión y varios dirigentes salieron del grupo guerrillero y estuvo así hasta 1983.

El excombatiente del ELN rompió lazos con su familia y su novia, para preservar la vida de sus seres queridos. Sabía que debía dejar atrás su pasado.

“Yo había hecho una preparación física y emocional porque iba a entregar mi vida en el monte”, relató el excomandante del ELN.

Al llegar al monte, cerca de sus 30 años, se sorprendió con la conformación del grupo guerrillero. En ese entonces el grupo al margen de la ley no vestía camuflado, se identificaban con prendas oscuras.

“Esperaba encontrar un grupo guerrillero y vi a tres personas, un poco mayores, pero en el monte aprendí todo desde cero, incluso a hacer un nudo de una hamaca, que era donde tenía que dormir”, relató Velandia.

Su primera arma fue una escopeta calibre 16, que incluso estaba oxidada.

“Conforme fui ascendiendo me dieron un arma de más alto calibre, mi primer ataque fue a las 5:00 a.m., yo estaba durmiendo, pero logramos huir”, dijo el excombatiente.

En 1994 cayó preso por causa de una traición y fue sometido a interrogatorios con torturas psicológicas y físicas.

“Alguien me entregó en Bogotá por obtener una recompensa. Presumo que me llevaron al Cantón Norte, porque me trasladaron encapuchado y en un campero. En el interrogatorio hubo amenazas, me decían que me iban a matar, me plantaban 48 horas sin poder recostarme ni nada, ponían a una mujer a gritar y decían que era mi esposa”, recordó Velandia.

En esos 10 años, conoció el país desde la cárcel, donde desarrolló una vocería pública en nombre del ELN y sostuvo conversaciones de diálogos de paz.

“En esa década aprendí a hablar, porque yo solamente intercambiaba palabra con guerrilleros, no con empresarios”, comentó el excomandate del ELN.

¿Cómo ve el proceso de paz del gobierno Petro con el ELN?

“Hay una encrucijada de violencias extendida en muchos territorios del país, de ahí la necesidad de la paz total. Y quiero decirles que se dispongan a ponerle fin al pedazo de conflicto que nos queda”, enfatizó Carlos Velandia.

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