Agencia Anadolu

El diseñador industrial Ricardo Conde y el ingeniero aeronáutico Andrés Felipe Giraldo son los fundadores de la empresa Quality Life Concept, en la que desarrollaron un casco similar al que protege a los astronautas en el espacio y que, según Conde, “a través de su uso masivo podría ayudar a la erradicación de la pandemia en un tiempo de dos meses y medio”.

Originalmente estos socios empezaron a desarrollar productos pensados en el hogar, con la idea de ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas. Pero la pandemia los llevó a plantearse diferentes formas de fabricar productos que realmente fueran útiles para enfrentar la COVID-19.

Durante los dos primeros meses se centraron en la creación de una máscara médica fabricada con materiales caseros, con la base científica planteada por la Universidad de Cambridge, “pero nos dimos cuenta que mas allá de productos económicos, las personas lo que realmente estaban buscando era productos que los protegieran, que fueran más allá del pequeño espectro de lo que es utilizar una máscara facial”, dijo Conde.

En ese sentido, se adentraron en un proceso de investigación más complejo, y este prototipo es el resultado de 84 ensayos diferentes, hasta que lograron encontrar la fórmula precisa.

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Este producto, basado en los principios del PAPR (Respirador purificador de aire motorizado, por sus siglas en inglés), cuenta con un sistema motriz que genera mayor presión interna, lo cual crea una barrera invisible que hace circular el aire por el interior con una mayor cantidad de oxígeno y protege a la persona de que ninguna partícula ingrese.

"El casco pesa 650 gramos (22,9 oz) y consta de una estructura de plástico, una parte eléctrica, filtros y una batería de litio con una duración de 6 horas aproximadamente", asegura Giraldo.

"Actualmente contamos con una versión para niños, la cual busca dar mayor protección con el regreso a clases y en el exterior, haciendo de la burbuja un producto atractivo a los niños por su comodidad y que sea un gusto usarlo, debido a que parecen superhéroes o astronautas", destacó el ingeniero.

Este casco surgió a partir de diferentes investigaciones sobre productos que ya existían en el mercado para la protección respiratoria, como los filtros PAPR, que básicamente son respiradores purificadores de aire inyectado.

Conde y Giraldo detectaron que estos productos eran de muy buena calidad, pero sus precios "oscilan aproximadamente entre los 1.200 y los 2.000 dólares, lo cual para diferentes personas estaría fuera de su alcance económico", explica Conde.

Los profesionales de la salud se han convertido en sus principales aliados, tanto en la retroalimentación para la mejora de los prototipos como en términos de ventas, ya que son sus principales clientes.

Con información de Agencia Anadolu

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