Madres comunitarias marchan con motivo del Día Internacional de los Trabajadores, en Bogotá (Colombia). Centenares de trabajadores demandaron empleos dignos y salarios justos durante la conmemoración del Día Internacional de Trabajo. Foto: EFE - Mauricio Dueñas Castañeda

La historia de la jornada laboral como la concebimos hoy en día -de ocho horas- está atravesada por dolorosas pérdidas y ganancias universales: de personas que ofrendaron su vida por luchar a cambio de unos mínimos necesarios para trabajar dignamente y una serie de reivindicaciones, producto de la presión social, más que por iniciativa de los Estados.

Así lo refiere Marta Izquierdo Caballero, abogada especialista en derecho laboral de la Universidad Santo Tomás. Para ella, la universalización del trabajo es un derecho del ser humano a la igualdad, a la dignidad y a las oportunidades, entre otras necesidades. 

¿Pero cómo se llegó a esto? Resulta que a finales del siglo XVIII, en plena Revolución Industrial, las jornadas laborales de los trabajadores de las fábricas, que operaban 24 horas al día, eran inhumanas: turnos hasta de 18 horas que con el tiempo produjeron malestar y fuertes manifestaciones sociales.

"El trabajo como derecho no tenía una reglamentación definida y estaba basado en normas del derecho civil", explica la abogada.

Por ello, las manifestaciones emergentes de los trabajadores apuntaban a ganar reivindicaciones. Un siglo después, en Chicago, se popularizó la propuesta de organizaciones obreras que buscaban mejorar sus condiciones laborales: 8 horas de trabajo, 8 horas de recreación y 8 horas de descanso. 

Se llamó a huelga el primero de mayo de 1886 lo que ocasionó revueltas, heridos, encarcelados e incluso condenados a pena de muerte. "Tuvimos que tener muertos para que los Estados pusieran atención a esta situación", puntualiza Izquierdo. 

Fue así cómo se produjeron profundos cambios en la concepción del trabajo: los empleadores empezaron a reconocer la jornada de ocho horas.

La jornada laboral de ocho horas en Colombia

En un video del economista y político Rafael Pardo en el que habla de la historia del trabajo en Colombia, expone que es en la década de los 30, cuando en Colombia se empezaron a impulsar unos cambios políticos que pretendían mejorar la calidad de vida de la población y la población asalariada.

"Ante la inexistencia de definiciones claras de lo pactado entre trabajadores y empleadores, el uso de tiempo libre no estaba demarcado en la política laboral. Como consecuencia el ocio no era aceptado socialmente, por lo que se propendía por la producción y el trabajo", afirma.

De acuerdo con Pardo, fue el decreto 1 de 1934 el que permitió la jornada laboral de ocho horas en el país y también implicó "una nueva percepción de los trabajadores como sujetos de derecho y la oportunidad de desarrollar sus intereses particulares más allá de las fábricas".

Con los años, las necesidades que traen consigo las transformaciones sociales, han permitido la reglamentación de jornadas especiales como la de los niños trabajadores o las profesiones que por su naturaleza requieren medidas distintas. Tal es el caso de los celadores, los trabajadores de la salud o los periodistas. 

Por último, es importante resaltar que el Primero de Mayo es más una conmemoración que una celebración, pues la historia nunca debe olvidar a quienes dieron su vida por sus derechos, a la final, nuestros derechos.

Por: Laura Carolina Pava - Periodista

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