Fotografía tomada de la Secretaría de Seguridad.

Los jóvenes son una de las banderas que más ondea en este Paro Nacional, esa fue la idea central de este conversatorio de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá sobre la juventud, la protesta social y los proyectos a futuro.

Iniciando el conversatorio, se dio la palabra a diferentes representantes de grupos estudiantiles que compartieron las formas que se manifiestan y cómo buscan un país mejor mediante expresiones artísticas, culturales y políticas.

“Muchas ciudades están militarizadas, esto es un escenario de guerra. En general, Colombia está sufriendo de censura y violaciones de derechos humanos desde los brigadistas, la prensa y los ciudadanos. Estos son actos criminales por parte de la Policía Nacional”, prorrumpió una de las representantes estudiantiles, Alisson.

Los jóvenes manifestaron que tejen redes con el hilo del inconformismo y las aglutinan mediante la empatía.

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Respecto a la situación en Cali, la ciudad en donde se ha vivido con mayor efervescencia la ola de manifestaciones, el profesor de la Universidad del Cauca, Gildardo Vanegas, afirmó lo siguiente:

“Cali tiene un cruce muy enrevesado de unas series causales de origen diverso que terminan expresándose en la calle. Primero, una larga tradición de ilegalidad; segundo, una gran presencia de grupos guerrilleros; tercero, una larga historia de procesos de movilización social; cuarto, una pobreza que asciende en la ciudad y una presión migratoria muy fuerte; y quinto, la falta de control de la Policía y un profundo rompimiento de las instituciones”.

El profesor de la Universidad del Cauca manifestó que hay una profunda desconexión entre las instituciones gubernamentales de la ciudad, con una Policía que desborda casos de abuso de la fuerza, los cuales han sido “pobremente investigados”.

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Toda esta violencia nace, según el secretario de la No-Violencia de la Alcaldía de Medellín, Juan Carlos Upegui, desde la votación negativa en el plebiscito de los acuerdos de paz con las FARC en el 2016, la cual creó una desconfianza y unas heridas en la sociedad que hoy estamos viviendo.

Para el secretario, a esta negatividad del plebiscito a la paz habría que agregarle los diferentes episodios de violencia policial como el de Javier Ordóñez o Dilan Cruz, los cuales aumentan el descontento y el sinsabor de la ciudadanía con la institucionalidad.

“Más allá de las particularidades de cada ciudad, nos encontramos en un fenómeno de malestar nacional con pocas opciones de encontrar salidas en el corto plazo, con una institucionalidad debilitada para ser canal de diálogo y poder tramitar las exigencias de los marchantes”, manifestó Upegui.

En un tercer momento, se trató el tema de la deconstrucción de la sociedad fuera de los cánones de poder. Para este tema, Carlos Mario Perea, profesor IEPRI de la Universidad Nacional, planteó dos preguntas principales:

 ¿Qué hay de inédito de esto?

“Esto es algo que está pasando a nivel global. Estamos viendo una oleada de manifestaciones en el mundo, la cual podríamos llamar como crisis civilizatoria muy compleja. La modernidad, el neoliberalismo y la globalización impulsaron este proceso. Estamos viendo un problema de poder centralizado”.

Para el docente de la Universidad Nacional, lo más inédito es que “es una sociedad que no delega su poder”. Es decir, que es una sociedad que no busca ser representada por nadie, y eso es algo nuevo en la historia de las movilizaciones.

¿Qué desafíos presenta?

“El primer desafío es convocar al diálogo, se tiene que construir un consenso nacional sobre los problemas básicos que no hemos podido construir”.

El docente de la Universidad Nacional afirmó que los dos grandes males son, primero: el problema de la inequidad, que es profundamente complejo en Colombia, sobre todo en Cali. Y segundo: el problema de la representatividad, en vista de que varios grupos sociales se están disputando la representación del Paro Nacional, sin que se erija ninguna figura que represente a todos los sectores, lo cual debilita el proceso.

Para concluir, Perea le dijo al movimiento marchante que “tienen que agarrar con sus manos el diálogo, no puede esperar a que el diálogo lo haga el Estado o un partido político”.

Todos los expertos concordaron en que es clave trazar caminos de diálogo para lograr desescalar la violencia que azota al país, para lograr llegar a un buen término en esta situación inédita, y que en estos caminos deben estar todos los sectores que se movilizan por un mejor país: más igualitario, con más oportunidades y en el que quepamos todos.

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