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Desde el inicio del aislamiento obligatorio preventivo, más de 19 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en Colombia, según datos de la Fiscalía General en el país andino. EFE/Archivo

Un colectivo de hombres en Bolivia busca cuestionar las bases culturales del machismo que ha sumido al país entre los que más casos de violencia contra las mujeres y feminicidios ha reportado a inicios del año y que se teme empeore cuando finalice la cuarentena por el COVID-19.

En Bolivia se lleva la cuenta de al menos 39 muertes violentas de mujeres según reportes de prensa, de los que unos siete se han producido durante las restricciones que rigen en el país desde principios de marzo.

La reincidencia de estos datos ha hecho de que un colectivo de varones que hace años viene tratando de desmontar los pilares de un machismo institucionalizado se visibilice y sea la contraparte de la solución a un problema que se ha visto exclusivamente femenino.

Dicen que proponemos 'mariconadas'

No es común que un grupo de hombres cuestionen las prácticas machistas de otros hombres o planteen nuevas formas de masculinidad, porque "dicen que lo que estamos promoviendo son mariconadas o que buscamos destruir la familia", dijo a Efe Jaime Tellería, un activista que ha desarrollado esta temática desde hace 26 años.

Tellería manifestó a Efe que ese tipo de aseveraciones llegan con fuerza desde grupos conservadores, dogmáticos e inclusive religiosos, que promueven una visión del hombre como "cabeza" del hogar y por debajo la mujer y los hijos que le deben "obediencia y respeto".

"Estamos buscando la construcción de una sociedad democrática respetuosa e igualitaria, donde por ser hombre o ser mujer ambos valgamos lo mismo", afirmó.

Este activista consideró que prevalece la idea de que el problema está en que gran parte de los hombres sigue reconociendo en la violencia "la forma más fácil para imponer nuestra voluntad", como un mecanismo para no perder "privilegios", "poder" y "control".

Una reflexión poco extendida

Tellería contó que en Bolivia se han organizado grupos de cuatro o cinco hombres que realizan actividades regulares de reflexión en la mayoría de los nueve departamentos del país.

Pero también admite los límites de ese intento en un universo de alrededor de once millones de habitantes donde la mitad, justamente, son varones.

"Si no trabajamos con el que es potencialmente un agresor, en este caso los hombres, no vamos a cambiar sustancialmente esta realidad" de feminicidios y violencia recurrente contra las mujeres, señaló en tono de advertencia.

Mientras las mujeres se han organizado y han reclamado sus derechos, "somos nosotros los hombres los que no nos estamos logrando organizar para promover un cambio" o simplemente porque no sentimos esa "necesidad" de esa transformación, resaltó.

La experiencia ha llevado a Tellería, de 54 años, a asegurar que "el machismo se está reivindicando", en el sentido de que las generaciones jóvenes "están reproduciendo las mismas prácticas machistas" de hace medio siglo o más.

Brote machista tras la cuarentena

A su juicio, no es raro de que la cuarentena por el coronavirus haya sido una causa de que "las tensiones se hayan incrementado y hayan generado situaciones de violencia" contra mujeres y niños.

Sin embargo, difiere de que la mayoría de los casos se produzcan en este tiempo, como autoridades y especialistas han señalado en medios bolivianos, sino que lo peor puede estar después.

"Una vez terminada esta cuarentena, los hombres van a salir como de la jaula", muchos con el argumento de desquitarse de un encierro de alrededor de cincuenta días, mencionó Tellería basado en estudios comparados ante emergencias que han dado ese resultado.

"Tengo la hipótesis de que terminada la cuarentena el consumo de alcohol en Bolivia se va a disparar brutalmente (...), no es la causa pero es un detonante más de hechos de violencia", reflexionó.

Tellería enfatizó en lo difícil que es que un machista cambie sus esquemas de conducta o al menos las cuestione, ya que muchas veces eso solo sucede cuando está "una situación de crisis" o en el momento en que percibe que el daño que ha causado también se lo hizo a sí mismo.

"Cuando los hombres no identifican todas esas prácticas y que esas prácticas los dañan y que dañan su entorno, difícilmente se sienten comprometidos por el cambio", finalizó.

Con información de EFE

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