Agencia Anadolu

El departamento de Amazonas, al extremo sur de Colombia, tiene al menos 1.385 contagiados, 48 muertes y cero Unidades de Cuidados Intensivos. La región se convirtió en una advertencia de lo que podría pasar en otras zonas del país como Nariño, Cauca, Arauca y Guajira, que deberán enfrentar la pandemia con territorios asediados por la violencia, sistemas laborales precarios, autoridades locales sin recursos y falta de servicios básicos.

La Fundación Chasquis ha estado siguiendo y documentando la situación en 10 zonas que algunos llaman apartadas, por estar lejos de la capital colombiana. Encontró que los problemas históricos de pobreza, violencia e inequidad empiezan a fundirse con la emergencia sanitaria y crean una compleja realidad.

Uno de los lugares a los que ha hecho seguimiento la Fundación es Guapi, un municipio en el litoral Pacífico caucano rodeado de agua y una densa selva tropical con una temperatura promedio de 30 grados centígrados.

Allí un solo caso de COVID-19 podría ser catastrófico ya que no hay condiciones para hacer pruebas o analizarlas. Por ejemplo, sacar una prueba de coronavirus de esta zona requeriría transporte aéreo o marítimo, además de condiciones ideales en la cadena de frío. Para cuando regresen los resultados de un probable caso positivo, el contagio seguramente ya sería masivo.

Pero la realidad es que el coronavirus es solo una de las preocupaciones que tienen los habitantes de Guapi. “Tenemos crisis en salud, en educación, en vivienda, en garantías para la participación política, en servicios públicos, en suministro de energía y en cuanto al acceso a las redes digitales. Mejor dicho, los problemas siguen intactos”, explica Orlando Pantoja, convitero mayor de la regional Cococauca.

En entrevista con la Agencia Anadolu, el líder, que hace parte de las autoridades tradicionales del Consejo Comunitarios, explicó que en la zona el servicio de acueducto es deficiente, muchos dependen del agua lluvia y no hay alcantarillado. Además, en la zona rural del municipio a veces hay enfrentamientos entre actores armados y muchas personas salen desplazadas hacia la cabecera municipal. Las familias terminan en las zonas más afectadas por la pobreza.

Por eso, aunque no se ha registrado ningún caso de coronavirus hasta ahora, “en el momento en que aparezca la pandemia se propagaría a unas velocidades y en unas condiciones muy preocupantes”.

Guapi no tiene camas de cuidados intensivos ni de cuidados intermedios, según la base de datos de capacidad instalada del Ministerio de Salud. Además, solo tiene 11 camas de hospitalización.

De remate, dice Pantoja, todo el hospital del municipio es nivel uno, el más básico. “Lo que se ha hecho es tratar de tener algunos insumos como alcohol y tapabocas, y han ubicado una cama en un punto por si se presenta algún caso, tenerlo en una especie de aislamiento”, añade.

En el departamento de Cauca, al que pertenece Guapi, hay 123 camas de cuidados intensivos y 91 camas de cuidados intermedios para toda la zona. Pero como en el municipio no hay carreteras municipales cualquier persona que deba ser trasladada a cuidados intensivos tendría que usar lancha o avión.

No muy lejos de Guapi está Tumaco, un importante puerto de Colombia también llamado ´la perla del Pacífico´. En sus playas, la selva nariñense se encuentra con el mar creando manglares y otros intrincados ecosistemas. En esa ciudad es común ver en las orillas del mar viviendas de tablas que se sostienen precariamente sobre palos de madera o columnas de cemento desnudo. Muchos intentan robarle tierra al mar para construir sus casas rellenando antiguos manglares con basura o residuos de construcción.

En esas viviendas, sin agua corriente o sistema del alcantarillado, los tumaqueños cumplen con el confinamiento obligatorio decretado por el Gobierno colombiano, y los niños intentan seguir con sus clases a distancia.

Una líder social de Tumaco, que guarda reserva de su nombre por seguridad, explica que la falta de espacios de educación y recreación ha hecho más vulnerables a los niños y jóvenes por parte de grupos armados. “Esto del internet y las clases virtuales no es para todos los chicos. En los barrios periféricos, de invasión, los chicos de familias vulnerables no tienen para pagar una hora de internet, mucho menos para pagar el servicio de internet en su casa”, explica.

En el casco urbano de Tumaco operan las disidencias de la guerrilla de las Farc y en la zona rural, el ELN. Algunas veces esos grupos entran en conflicto por las zonas que dejaron las Farc. “Eso ha hecho que la violencia aumente y el COVID-19 la hace menos visible”, dice la líder.

Los niños y adolescentes quedan en la mitad de esa guerra. “Lastimosamente en Tumaco ha habido más muertos por homicidios que por el coronavirus”, añade la líder.

La situación social también es precaria. Un gran porcentaje de la población sobrevive gracias a la economía informal y la Alcaldía, según explica la líder, ha hecho muy poco para que la gente que vive del mercado informal no tenga que salir a la calle para rebuscarse lo del día a día.

El coronavirus también presenta desafíos específicos para las tradiciones de las comunidades étnicas. Los indígenas y afro tienen unos rituales de despedida y velorios que están muy ligados al proceso de duelo del ser querido fallecido. “Es muy difícil explicarles a las personas que porque murió de COVID-19 no le pueden hacer una despedida como es acostumbrado”, dice la líder. La falta de conexión entre las medidas sanitarias y las creencias ancestrales hacen que muchas comunidades choquen con los mandatos del Gobierno.

“Se debería pensar en toda esa herencia cultural y mirar qué se puede hacer para que eso no choque con nuestra cultura. Cuando las cosas chocan con nuestra fe se vuelven más difíciles de sobrellevar”, dice la líder.

Tumaco, como Amazonas y Guapi, tampoco tiene camas de cuidados intensivos y solo 21 de cuidados intermedios, según la base de datos de capacidad instalada del Ministerio de Salud. El municipio cuenta con 130 camas de hospitalización.

El departamento de Nariño, al que pertenece Tumaco, tiene 166 camas de cuidados intensivos y 65 de cuidados intermedios. Al mismo tiempo el departamento ya ha registrado 549 casos y 27 fallecidos por causa de la enfermedad.

Al otro lado del país, en el noreste de Colombia, frontera con Venezuela, está el departamento de Arauca con su capital homónima. La zona tiene seis pueblos indígenas en 26 resguardos y una importante población campesina.

Allí los líderes sociales explican que no les han dado medidas diferenciadas para las comunidades rurales. La falta de apoyo gubernamental para los productores agrícolas es una de las principales preocupaciones de las comunidades.

En Arauca hace una fuerte presencia el ELN que, aunque declaró un mes de cese unilateral al fuego, retomó las operaciones ofensivas desde inicios de mayo. También hay disidencias de las Farc y otros grupos armados.

Fuentes de la región le contaron a la Agencia Anadolu que, en lo corrido del mes de mayo, se han presentado cuatro asesinatos por parte de grupos armados, un sabotaje, un secuestro y dos amenazas, así como ataques a oleoductos, estaciones de Policía y otras infraestructuras.

“Las acciones violentas sí han bajado en porcentaje en época de pandemia, quizás por solidaridad (de los grupos armados) con el pueblo. No sabemos a ciencia cierta el motivo, pero sí estamos viviendo una época de relativa tranquilidad”, dice un habitante de la zona que pidió proteger su identidad.

Los altos índices de informalidad han hecho que muchas familias caigan en la pobreza extrema, un hecho que se agrava con casos de corrupción. De hecho, la Fiscalía abrió procesos por irregularidades en el uso de los recursos para atender la emergencia por el coronavirus, en los que están mencionados los gobernadores de Vichada, Arauca, Magdalena y San Andrés.

En materia de salud también hacen falta recursos. “En Arauca solo tenemos hospitales de primer y segundo nivel, lo cual indica debilidad institucional en el tema de salud, en cuanto a infraestructura”, dijo la fuente. En todo el departamento de Arauca, añadió, no hay más de 10 ventiladores en caso que fuese necesario por la pandemia.

A los habitantes de la zona también les preocupa que otras enfermedades que requieren tratamientos constantes se están quedando en el olvido. Incluso han reportado casos donde las Entidades Promotora de Salud (EPS) se niegan a atender o sencillamente cierra sus puertas

La ciudad de Arauca tiene cuatro camas de cuidados intensivos, cero camas de cuidados intermedios y 27 de hospitalización, según las cifras del Ministerio de Salud. El departamento de Arauca tiene 10 camas de cuidados intensivos, ocho de cuidados intermedios y 156 camas de hospitalización. En Arauca ya se registró el primer caso de coronaviurs, según las cifras del Instituto Nacional de Salud (INS).

En el extremo norte de Colombia está Guajira, un departamento semidesértico que colinda con Venezuela y el mar caribe. Además de tener el punto mas norte de Suramérica, es famoso por sus playas y estruendosas ráfagas de viento.

La zona ha tenido históricos problemas por falta de agua y constantes reportes de desnutrición infantil. Ahora esas dificultades se magnifican con la crisis del coronavirus.

El departamento también tiene una importante reserva carbonífera, pero ahora muchos trabajadores de la mina temen el contagio de virus durante su trabajo.

“Es claro que el número de camas disponibles en UCI en la Guajira y el Cesar no alcanzan siquiera para épocas normales, mucho menos para una pandemia. No hay un solo profesional en infectología, pruebas rápidas, resultados oportunos, ni mucho menos ventiladores suficientes. Un solo infectado al interior de Cerrejón que transmita el virus a sus compañeros, a su familia y a la comunidad, alcanzará dimensiones incalculables en el número de muertos”, indicó en un comunicado el sindicato Sintracarbón.

Riohacha, la capital de la Guajira, tiene 36 camas de cuidados intensivos, 16 de cuidados intermedios y 177 de hospitalización. El departamento en total tiene 78 camas de cuidados intensivos, 32 de cuidados intermedios y 517 camas de hospitalización, según las cifras del Ministerio de Salud.

En general, las comunidades piden que el Gobierno ponga en marcha planes de respuesta que tengan en cuenta las necesidades específicas de cada zona. Además, piden a los actores armados que no pongan en doble riesgo a la población civil. “Los actores armados deberían reflexionar un poco más a la hora de desarrollar sus actividades bélicas porque lo que está en riesgo es la población civil”, concluye Orlando desde Guapi.

Por: Agencia Anadolu

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