El ser humano es conocido como el animal que cocina, ya que es un ser consciente de lo que come y para él la comida no es alimento solamente para el cuerpo, sino para el espíritu.

Desde que el ser humano empezó a cocinar sus alimentos, fue adquiriendo tradiciones y formas determinadas de prepararlos, así como definiendo dietas alrededor de los cultivos que se le facilitaban. 

En Bogotá Comensal, la serie de Capital sobre la seguridad alimentaria de la Bogotá Región, exploramos esa relación entre el hombre y la comida. Y en esta oportunidad te contamos cuáles prácticas culinarias muiscas persisten en nuestras formas de transformar la comida. 

“Los pueblos muiscas se alimentaban básicamente del maíz -el maíz es el alimento más importante-, y los diversos tubérculos: la papa, la arracacha, los cubios y las ibias. Estas verduras eran parte fundamental de estos pueblos muiscas, que habitaban este territorio (Bogotá)”, sostuvo Carlos Sánchez, docente e investigador sobre gastronomía. 

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Muchas de las familias de la calabaza, la ahuyama, el melón, la curuba, la gulupa son plantas que eran muy propias de la cultura muisca y que su consumo perdura hasta nuestros tiempos.

“La guayaba era el dulce eterno de nosotros como comunidades indígenas. Hacíamos pesca, hacíamos recolecciones, hacíamos cacería”, dijo Junior Ortiz Rojas, sabedor del Tejido Comunitario Muisca Teusaka. 

¿Cuándo cambió nuestra dieta? 

La colonización trajo consigo, no solo unos elementos de sometimiento a través de la violencia física, sino también una transgresión en términos alimentarios. 

“En esa ida y venida de productos comienzan a aparecer las preparaciones. Comienza una fusión muy particular porque los europeos que comienzan a llegar, a instalarse en América, encuentran productos que deben comenzar a combinar con sus alimentos propios y nace una nueva cocina”, agregó Carlos Sánchez, docente e investigador sobre gastronomía.

De Europa vinieron las reses, el cerdo, el pollo, las gallinas, el trigo, la cebada, la avena, las naranjas, los limones, las toronjas, las ciruelas y los duraznos para combinarse con los alimentos bogotanos y así crear la dieta que tenemos hoy en día. 

“El alimento no es solo el acto de comer, sino que el alimento es un ejercicio cultural y de reivindicación de su esencia misma (…) Es fundamental encontrarse en el alimento”, concluyó Junior Ortiz Rojas, sabedor del Tejido Comunitario Muisca Teusaka. 

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