"Las redes de cuidado son más amplias que las propiedades, la familia y el Estado", Diana Avella

Cuando Diana Avella se para en una tarima las multitudes se hacen una sola persona que disfruta y respeta lo que ve ante sus ojos.
Diana Avella no solo es una de las caras más respetada del Hip Hop colombiano, Diana es en su integridad, una mujer que ha dejado la vara alta en todo lo que representa superar nacer mujer en un entorno difícil, un Estado insensible y lo poderoso que es el arte como transformador de sociedades.
Diana hace parte de un conjunto de personas que se dieron a la tarea de desarrollar acciones de cuidado como eje de sus vidas y de su entorno y que recogimos en una serie documental llamada Historias Elementales junto a 29 ciudadanos  más que entre los activismos, el arte, la cultura y la naturaleza hacen comunidades que tejen un mejor futuro, Diana lo hace desde el rap:
“El arte juega un papel fundamental porque narra lo que nosotras por dolor o miedo callamos", cuenta.
La historia de Diana va ligada con la del mismo hip hop colombiano. En la década 90, el rap era la banda sonora del barrio Las Cruces y su alrededor. Cuando tenía 10 años, debido a la muerte de su abuela materna, su familia se mudó a Suba Rincón, donde por primera vez, escuchó al grupo bogotano La Etnia y desde ese momento se enamoró del rap. Empezó a escribir a los 14 años, cuando se acercó a un grupo de freestyle, allí comenzó a grabar canciones junto al productor venezolano “El Matemático” y descubrió el complejo mundo del hip hop para las mujeres y la ausencia de referentes femeninos.
"Yo soy una mujer de origen popular entonces esos relatos e historias de la gente de mi barrio me hicieron sentir identificada con ese ritmo musical. A raíz de los primeros ‘tarimazos’ se empezó a regar la bola y nos empezaron a llevar a diferentes festivales locales. Ahí empecé a ir por la línea política más de resistencia, defensa de los derechos humanos y sobre todo, defensa del territorio", cuenta Diana en el capítulo de Historias Elementales.
A sus 17 años se inició en el activismo político lo cual sucedió gracias a la conjugación de dos cosas. Primero, su interés en contar la vida de los jóvenes de sectores populares de la ciudad y su encuentro con Patricia Ariza, directora del Teatro La Candelaria, que convocó a varias mujeres (entre ellas Diana) a montar una obra de teatro solo con raperas. Funcionó, hicieron giras internacionales y así Patricia se convirtió en su “madre espiritual”, de manera que se convirtió en su compañera permanente de los plantones, marchas, y movimientos que ocurrían en la capital.
Segundo, cuando Diana quedó embarazada y su pareja decidió no acompañarla en el proceso, el feminismo llegó a su vida “como una experiencia vital, no como un interés académico”, aclara Diana. Cuando se sintió desolada, Patricia y su grupo la apoyaron y le anunciaron que ese niño iba a llegar rodeado de amor y seguridad. Así fue, es más, fue uno de los momentos más productivos de su carrera artística.
Y es que a Diana le enseñaron desde pequeña el poder de la mujer y que su voz y sus ideas eran más fuertes que cualquier obstáculo.
"Yo siempre hago un ejercicio de dendominarme a mi misma feminista. Eso ocasionó muchos rechazos y que el mismo movimiento tomara distancia de la "señora feminista rapera", pero también me ha permitido abrir una puerta para que hoy muchas mujeres hablen del feminismo en el rap. El feminismo es un trabajo comunitario de mujeres que han comprendido la necesidad de equidad y de entender cosas que antes no se entendían”, completa Diana.
Fundó el Colectivo Distrital de Hip Hopers cuando estaba en embarazo, convocó a más de 200 jóvenes artistas y allí surgieron liderazgos que hoy permanecen. También hace parte del movimiento "Juntos por la vida" con 30 organizaciones que trabajan por la defensa y la dignificación de los jóvenes en los sectores populares.
Hoy hace parte del equipo del equipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá. Su compromiso con las mujeres, con las víctimas y consigo misma es total: “Hago  parte del equipo pedagógico, para avanzar con la paz y reconstituir la memoria.”
Sobre el cuidado, confiesa que es un concepto que no tuvo en su radar durante mucho tiempo, pero que en el momento actual se ha vuelto elemental:
“En este momento me he acercado al ejercicio como una manera de cuidado. Mi trabajo es cuidar, para que las personas se sientan mejor y respetadas.” Cuida a su círculo de amigos y a su hijo, que cuida mucho de ella. Considera que “la forma más linda de estar juntos, es en un concierto.”
Conoce esta y otras historias de personajes dedicados al cuidado desde el  9 de junio en ‘Historias Elementales’, una serie documental que resalta la vida y obra en comunidad de 30 personajes que le dan a Bogotá un aire de unión en medio de las diferencias.

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