La entrada en funcionamiento del Sistema Integrado de Transporte Público en la ciudad ha traído consigo diversos problemas que se hacen evidentes en los recorridos que hacen a diario los ciudadanos en este servicio. Los continuos accidentes, los atracos, agresiones y hasta buses varados han sido ‘pan de cada día’.

Según cifras, durante 2016, los buses del SITP zonal se vieron involucrados en 5.069 accidentes, dejando 1.748 heridos y 34 fallecidos.

Sin embargo, hay una situación que agrava aún más la funcionalidad de este medio de transporte y es que cuando se contrataron las empresas Coobus y Egobus, encargadas de las rutas de Suba Centro, Perdomo y Fontibón, no se tuvo en cuenta el tema financiero y la capacidad administrativa.

Estas empresas han incumplido en varias de sus obligaciones con 164 rutas que desde el 2010 se les había adjudicado, y hasta el año pasado la Superintendencia de Sociedades decretó su liquidación.

“Estas empresas, al año de estar funcionando, quebraron financieramente, no cumplían con el cierre financiero y TransMilenio nunca hizo su labor de vigilancia ante estas operadoras, dejaron de pagarnos desde diciembre del 2013 y a la fecha nos están adeudando 43 meses de renta”, agregó Jacobo Morales, propietario afectado empresa Egobus.

Coobus y Egobus fueron dos empresas conformadas por pequeños propietarios de estos vehículos y que acogieron a otros 450 con el fin de prestar este servicio de buses azules en la ciudad. Por esta razón y tras la liquidación de ambas empresas, son cerca de mil familias las que se verán afectadas, pues dependían de este negocio y ya no cuenta ni con los vehículos, ni con una renta mensual.

“Nos tienen embargados nuestros bienes, debemos prestamos en bancos y si no nos pagan la renta y solo nos pagan el vehículo, ¿qué vamos a hacer con eso?, pues simplemente pagamos las deudas y nos quedamos sin con qué trabajar”, añade Morales.

Con respecto a la percepción ciudadana, es preocupante su opinión con respecto a la calidad del servicio, pues según expertos el aumento de accidentalidad se debe a fallas en el mantenimiento, el uso de una flota vieja y a las malas condiciones laborales.

Otro punto es la demora de la llegada de los buses a los paraderos, a lo que los conductores responden que solo obedecen a las órdenes que deben cumplir en sus largas jornadas y que la calidad del servicio se ve afectado por las condiciones, pues cambuches, sillas y orinales improvisados son sus lugares de descanso.

“Es la presión que TransMilenio y las personas ejercen en contra de nosotros a diario nos están monitoreando, nosotros estamos temporizados aquí pasamos de la guerra del centavo a la guerra del tiempo, hay compañeros que donde uno no cumpla con sus cosas son sancionados o vetados, son despedidos”, añade Wilson Hoyos - presidente sindicato del SITP.

Mientras tanto TransMilenio dice que esta situación debe tratarse entre los concesionarios y sus empleados porque son ellos quienes deben brindar las garantías laborales. En cuestión financiera, esperan llegar a acuerdos con los operadores que actualmente funcionan en la ciudad.

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