En la ‘Pata que le Falta a la Mesa’, Gloria Pinilla invitó a Alejandrina Vernaza Quiñonez, consultiva de Bogotá, para hablar sobre los mayores y mayoras o los sabios y sabías.

Los abuelos comparten su palabra y elevan su conocimiento generación tras generación y así perduran en el tiempo.

“En nuestros territorios, específicamente en Bogotá, somos respetuosos de todos los mayores y mayoras, porque son personas sabias; son conocedoras de un legado que se ha transmitido de generación en generación”, dijo Alejandrina Vernaza Quiñonez, defensora de los derechos humanos y consultiva distrital de Bogotá.

El valor de las personas mayores en la ciudad, de cara a las labores de cuidado, de protección y de memoria, no es reconocida económicamente; sin embargo, su papel en la sociedad es de autoridad, por ser el núcleo de cada familia.

De acuerdo con la consultiva, oriunda de Tumaco, Nariño, sus abuelos ponían sus saberes al servicio de la comunidad. Así transmitían su legado y se lo pasaban a sus nietos, con la intención de que no fueran a comercializar sus saberes.

“Nuestras abuelas eran parteras, practicaban la medicina ancestral, a través de las hierbas medicinales, nuestros abuelos eran sobanderos; cuando uno tenía una caída, ellos mismo nos sobaban, no necesitaba uno ir al médico. Lo hacían por sus saberes, por sus conocimientos, a la hora que fuera asistían ese llamado”, contó Alejandrina Vernaza Quiñonez, defensora de los derechos humanos y consultiva distrital de Bogotá.

Los sabedores tienen un espacio en Bogotá, se trata de los kilombos: centros de medicina ancestral para el servicio de cualquier persona. La capital cuenta con 10, uno por cada dos localidades, allí se desarrollan los saberes ancestrales a cargo de parteras, sabedoras, técnicos, ambientales, gestores y enfermeras

“Esos saberes deben ir acompañados de la medicina occidental. Cuando llega una mujer en embarazo, la partera le hace el examen, pero si esta persona está sufriendo de preeclampsia o una enfermedad que una sabedora no puede atender, entra una enfermera y la lleva a un hospital y la atiende con medicina occidental”, dijo Alejandrina Vernaza Quiñonez.

A pesar del papel de los adultos mayores, muchos de ellos son abandonados en Bogotá. Según los reportes del Sistema de Salud, entre año 2021 y 2022, se han registrado 139 casos de desamparo.

“Acá se ve mucho, dejan a los abuelos y abuelas abandonados, los desalojan de sus propiedades y ese es un tema de país, es una situación terrible”, sostuvo Alejandrina Vernaza Quiñonez.

En conclusión, las personas mayores deberían tener una mejor calidad de vida que la que les ha tocado enfrentar en algunas zonas de Bogotá. Pero también hay que reconocer las luchas de las mayoras, las consultivas y de los sabios y sabías que reclamaron sus derechos y establecieron la importancia de su legado.

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