El gobierno de Siria ejecutó en secreto entre 5.000 y 13.000 personas, en su mayoría civiles que se oponían al régimen, entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015 en la prisión de Saydnaya. Así to denunció la ONG Amnistía Internacional en un informe titulado “Matadero humano: ahorcamientos y exterminio en masa en la prisión de Saydnaya”

Según la organización, desde marzo de 2011, el Gobierno de Siria ha ejecutado a 5.000 y 13000 personas, 75.000 han sido detenidas y 11 millones de personas han sido obligadas a abandonar sus hogares.

Amnistía Internacional también denunció que se han realizado ahorcamientos masivos en la prisión de Saydnaya y que fueron autorizadas por las altas autoridades de Damasco, estado en el que se encuentra la cárcel (puede consultar imágenes satelitales de la cárcel haciendo click aquí) .

El informe se basa en el testimonio de 84 personas, entre detenidos y guardias de la prisión. Entre las fuentes se encuentran 31 detenidos (17 civiles y 14 exmilitares), cuatro exguardias, tres jueces, tres médicos del hospital militar Tishreen, cuatro abogados sirios, 17 expertos y 22 familiares de los detenidos.

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Expertos en derechos humanos de Naciones Unidas determinaron que el testimonio de los testigos y la evidencia documental que se tenía sugerían que se estaba presentando “muertes a gran escala” en las cárceles de Siria y que miles de personas están siendo detenidas. El gobierno de Bashar Al-Ásad ha negado los hechos.

Torturas y condiciones infrahumanas

Los testimonios recopilados por Amnistía Internacional son inconcebibles. Un exdetenido afirmó: “cuando me metieron allí, no vi personas, vi gusanos retorciéndose y entremezclados. No podía apoyar dos pies en el suelo, no había suficiente espacio”.

Los testimonios indican que podía haber más de 50 personas en una celda de tres metros por tres. El hacinamiento es agudo, no entra casi la luz solar, es poca o inexistente la atención médica. Los detenidos mueren por condiciones que se hubiesen podido evitar y si sobreviven sufren problemas mentales agudos y terminan quebrantados físicamente. “Estuve a punto de perder la razón” confesó un profesor universitario a Amnistía Internacional.

Como si eso no fuera suficiente, los detenidos sufren torturas inimaginables: ciclos interminables de palizas, golpes con mangueras de plástico, barras de silicona y palos, quemaduras con cigarrillos, descargas eléctricas, entre otras. “Fue como si una parte de mi alma muriese. (…) Después de aquello, no me queda alegría, ni risa” afirmó un estudiante sometido a las torturas para la organización.

Además, los detenidos son violados, sufren acoso sexual, o los obligan a violarse entre sí. A las mujeres se les amenaza con violarlas en presencia de sus familiares.

“Cada día, había dos o tres muertos en nuestra ala (…) Recuerdo que el guardia nos preguntaba cuántos éramos”, explicó un antiguo detenido, quien también aseguró que después de un día particularmente violento lleno de torturas, 13 personas murieron en una ala de la prisión.

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El gobierno sirio niega la mayor parte de las detenciones y no facilita ninguna información de los paraderos, por lo que las personas en las cárceles figuran como desaparecidas.

Ahorcamientos Masivos en la cárcel de Siria

“Esta corte no tiene nada que ver con la justicia” afirmó un antiguo juez militar que declaró ante Amnistía Internacional. A los detenidos se les hacía un juicio de uno a tres minutos por una corte militar, pero sin importar la respuesta de los reos, son condenados.

Entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015, al menos 13.000 personas fueron ejecutadas según la ONG. Incluso, en junio de 2012, la sala de ejecuciones fue ampliada para que pudieran ejecutarse a más personas a la vez

A los detenidos se les dice que van a ser liberados, que van a ser trasladados a una prisión civil y posteriormente los llevan a una celda en el sótano del edificio donde se les golpea durante horas.

Amnistía Internacional describe lo que ocurre en estas salas: “En la entrada a la sala, a las víctimas se les vendan los ojos y no saben que están a punto de matarlas.  A continuación se les pide que pongan la huella dactilar en documentos que certifican su muerte. Por último, son trasladadas, todavía con los ojos vendados, a unas plataformas de cemento donde se las ahorca. No saben cómo ni cuándo tendrá lugar la ejecución hasta que se les pasa la soga alrededor del cuello.”

“Durante los primeros cuatro meses era común que de siete a 20 personas fueran ejecutadas cada 10-15 días. Durante los siguientes 11 meses, entre 20 y 50 personas eran ejecutadas una vez a la semana, usualmente los lunes por la noche”, asegura el informe.

Los cuerpos son colocados en camiones, se les registra en el hospital militar de Tishereen, Damasco, y se sepultan en fosas comunes. Los familiares de las víctimas nunca son notificados.

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