Álvaro Guevara, uno de los tantos ciudadanos que recorre el centro de la ciudad, duró más de una hora frente al piano Kaway, de cuarto de cola, que de repente se encontró en el camino sobre un tapete persa, en plena carrera 7a. con calle 17.

Al igual que él, centenares de habitantes de Bogotá frenaron su paseo para admirar lo que jamás esperaron encontrar: un piano a su disposición para transformar el ruido de la llamada 'Calle Real'.

“Vamos a tocar eso… yo no le jalo a ninguna melodía, pero vamos a ver, toquémoslo“, dijo Álvaro.

Luz Marina García no tiene idea de cómo tocar un piano. Sin embargo, como los demás, se sintió sorprendida con la presencia de este nuevo “habitante”, camino a su trabajo.

“¡Es sorprendente, fantástico, es hermoso! No sé tocar, pero me gustan los instrumentos”, afirmó ella.

¿Cómo te suena la Séptima peatonal?”, se leía en un letrero sobre el piano que invitaba a los transeúntes a cambiar la cara ruidosa de la tradicional vía.

A sus 75 años, Jesús Flórez tampoco se imaginó toparse con ese gigante de la música y calificó el caso como insólito.

“Es extraño encontrar algo así en pleno centro. Creo que me voy a animar a tocarlo”, contó.

El piano, de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, propone nuevos usos y relaciones con el espacio público.

Mónica Ramírez, gerente del Centro de Bogotá, explicó que la idea del piano es que la ciudadanía tenga acceso a un instrumento que parece lejano o de poco acceso. “Un piano en la calle, cuando generalmente está en la sala de un teatro, es realmente un acto revolucionario”, agregó la funcionaria.

Lo cierto es que esta vez el turno no fue para los grandes pianistas, sino para los bogotanos que pudieron sentirse por un momento como verdaderos músicos, apropiarse de su ciudad y gozarse una carrera 7a. mejor para todos.

 

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