EFE

Antes de responder a esta pregunta es necesario entender el contexto social y económico que vivió occidente a mediados del siglo XIX. Varios países pasaron de la producción agrícola a la industrial. Esta última se enfocó en el trabajo de la mano de obra, lo cual desencadenó en una explotación laboral, ya que el obrero trabajaba entre 12 y 16 horas diarias, con solo un día de descanso. Sumado a esto, a cada obrero el sueldo solo le alcanzaba para sobrevivir.

''El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es decir, la suma de víveres necesaria para sostener al obrero como tal obrero.  Todo lo que el obrero asalariado adquiere con su trabajo es, pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y trabajando'', consignaron Karl Marx y Friedrich Engels.

El panorama a mediados del siglo XIX reafirmó la teoría conocida como Lucha de Clases que varios pensadores desarrollaron años atrás, pero que tomó fuerza a través de Karl Marx y Friedrich Engels por medio del Manifiesto Comunista en 1848. Este tratado político de los dos filósofos alemanes describió la situación social que atravesaba el mundo en aquel momento y lo que años después se viviría.

''Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases'', sustentaron Marx y Engels, haciendo un recorrido por diferentes épocas que, según ellos, llevaban a una transformación revolucionaria de todo el régimen social y que en ese momento estaba siendo tomado por el capitalismo.

Precisamente esto se estaba desarrollando en Estados Unidos debido a la explotación laboral de la que era víctima el proletariado por parte de la clase dominante que acumulaba un capital privado. Distintos líderes del gremio trabajador y sindical se organizaron para reclamar mejores condiciones laborales. La principal exigencia era la reducción de la jornada laboral de 16 a 8 horas. La consigna era: ''ocho horas de trabajo, ocho de reposo y ocho de recreación''.

El primero de mayo de 1886 no hubo producción laboral en Estados Unidos. Más de 12.000 fábricas pararon y más de 30.000 empleados protestaron en Chicago, ciudad epicentro de las revueltas.

El primer día de protestas dejó a varios trabajadores muertos por el uso de fuerza de la policía. En el segundo día, por ejemplo, una fábrica despidió a más de 1200 empleados y contrató a 1200 obreros nuevos. Los otros huelguistas al ver esto fueron a protestar al frente de la fábrica y lo que ocasionaría más muertes. El 4 de mayo, después de otra revuelta en la plaza de Haymarket de Chicago, las autoridades junto a los magnates y dueños de los medios de producción comenzaron una cacería de brujas.

Después de estos disturbios las autoridades lograron capturar a ocho líderes sindicales para que fueran judicializados. Durante un juicio desigual y sin condiciones, estos ocho sindicalistas son condenados; siete a muerte y uno a 15 años de prisión. La noticia se conoció en varios países de Europa y distintas organizaciones de trabajadores alzaron su voz de apoyo a los 'Ocho mártires de Chicago', que, en 1887, cuatro de ellos fueron castigados con la horca; uno se suicidó y a los otros dos se les redujo la condena a cadena perpetua.

A partir de este momento La Segunda Internacional, organización que era conformada por los partidos socialistas y laboristas, estableció el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en 1889 para conmemorar y recordar la lucha de estos trabajadores que lograron reducir el horario laboral. Un importante triunfo de la clase obrera frente a los capitalistas de ese momento.

Por: Álvaro Clavijo - Periodista

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