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El trapo rojo: cuando en Colombia se izó el hambre

“Por qué tantos colombianos han colgado trapos rojos en sus casas en medio de la cuarentena por la pandemia”, BBC Mundo

“Con una tela roja, habitantes de una ciudad colombiana claman por ayuda durante la cuarentena”, France 24.

“El hambre como bandera”, El País.


La estrategia de colgar un trapo rojo en la ventana como grito de hambruna en medio de la pandemia retumbó en los titulares de los medios internacionales, pero sobre todo estremeció a los colombianos, la histórica pobreza del país se izaba en las puertas y ventanas de las casas de miles de hogares, una pobreza ya dolorosa y urgente de auxiliar.

Hogares que extendieron al viento que su nevera estaba vacía y que sus recursos, siempre medidos, en tiempos de pandemia, cuando muchos pedían cuidarse y quedarse en casa, dependían de lo que alcanzaban día a día en la calle (el 48,1 por ciento de la población colombiana trabaja informalmente) y en días de confinamiento estricto, el hambre se salía de las casas.

La idea vino de Juan Carlos Saldarriaga, el alcalde de Soacha, a mediados de abril de 2020 cuando el temor por alcanzar primer pico de infecciones por COVID-19 encerró a todo el mundo, pero se hacía más difícil en una población donde el 67 por ciento  vive en la pobreza y el 36 por ciento vive en extrema pobreza. Saldarriaga, pensó que así podría identificar a los más vulnerables entre los habitualmente necesitados.

El S.O.S en las fachadas de las casas hizo, por una parte que se extendieran los trapos por la capital colombiana y por el país y por otro lado, que las alcaldías y el Gobierno generaran algún auxilio económico o alimenticio que llenara los estómagos vacíos, así fuera por algunos días. Sin embargo lo que primó fue la solidaridad entre vecinos que no podían creer que alguien al lado de su casa se fuera a dormir sin comer, y que esa fuera la realidad del país.

En este, el séptimo país más desigual del mundo y el primero en Latinoamérica, las banderas se suelen usar para celebrar lo que nos hace sentir orgullosos -como el fútbol-, y esta pandemia, el pañuelo, la bayetilla o la camisa roja se convirtieron también en un grito desesperado por advertirle al mundo que la pandemia ha empeorado la situación de pobreza de su población y que además tiene vacíos estructurales en materia de infraestructura, educación y conectividad. Los desafíos para avanzar se hacen cada vez más grandes y requieren de solidaridad para que no nos ganes la desigualdad.

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