El emblemático barrio de Techo ha dejado su firma en varias páginas de la historia de Bogotá: allí se ubicó el primer centro aeronáutico, el hipódromo de la capital y hoy en día un importante estadio de fútbol. 

Con una frustrada exposición de aviones en la Bogotá de 1911, la capital necesitaba replantearse. El comercio empezó a fortalecerse, las conexiones económicas no daban espera debido al furor que había tomado, y la ciudad estaba en el auge de la aviación, gracias a su estratégico punto de unión con los municipios y ciudades. 

El desarrollo de producción en Colombia pedía a gritos un puerto que permitiera accesos directos con las zonas costeras del país. En 1920, el año dorado para la aviación en Bogotá, se fundó la Sociedad Colombiana de Navegación Aérea y la Sociedad Colombo Alemana. Ambas prestaban servicios de transporte aéreo. Este año, además, puso la primera piedra para trazar la planeación de la ruta del aeródromo de Techo.

El entonces gerente de la Sociedad Colombo Americana Herman Kuehl fue el hombre clave para la negociación y construcción del aeródromo en los predios de Techo. Después de un trabajo minucioso del espacio, para 1928, este espacio ya contaba con una pista de aterrizaje para avionetas. Una buena noticia para una época donde la economía crecía exponencialmente.

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El 7 de agosto, el día de la Batalla de Boyacá, de 1930 se inauguró por completo el aeródromo de Techo en el Gobierno de Enrique Olaya Herrera, y el local de Luis Carlos Paez. El aeropuerto que haría volar aviones, negocios, sueños y esperanzas de todo un país estaba listo.

El aeropuerto que se ubicó en donde está el actual monumento a las Banderas fue  equipado de forma estratégica: el ancho de la pista se estima que era de 40 metros, torres de control y comunicación, edificios, torres de difusión, una plataforma de pasajeros y allí, en medio de la planicie, se germinó la primera colonización urbana, un panorama brillante y alentador para la capital.

Muchos capitalinos desconocían estos grandes aparatos voladores, otros solo los habían visto por páginas de algún periódico, pero, por primera vez, Bogotá tenía su propio aeropuerto. El lugar que transportaba 750 pasajeros por hora sentido pasó a la historia.

Un amplio abanico de aviones pasaban por este histórico lugar: Boeing, DC4, American Airways, Blériot, etcétera. El aeropuerto que funcionó durante 30 años fue testigo de la primera gran explosión económica del país, hasta la fundación del aeropuerto El Dorado en 1959.

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