Más de 300 acciones de tutela ha recibido la Defensoría del Espacio Público por parte de vendedores informales, de las cuales el 100 % han fallado a favor de esta entidad, demostrando que más del 50 % de los vendedores no son vulnerables.

Como es el caso de Dora Solano, una mujer de 56 años que a pesar de tener una casa de 4 pisos con 5 apartamentos, una propiedad en Subachoque y cotizando desde 1.990 al Régimen Contributivo, se niega a dejar de trabajar en el espacio público.

Mediante esta acción de tutela, la señora Dora Herminia Solano y varios vendedores ambulantes que llevaban más de ocho años trabajando en el espacio público de Plaza Imperial en Suba, demandaron a la Alcaldía Peñalosa.

“Al Distrito lo entutelamos para que nos dé soluciones, para que no nos quiten nuestras propiedades cómo eran nuestras carpas ya que la Alcaldía de Suba nos había dado un permiso, esas carpas eran compradas por los mismos vendedores no tenían derecho a quitarnos las porque eran de nosotros”, manifestó Dora Solano.

Ante esto, el Juzgado Segundo Civil Municipal de Bogotá le dio la razón a la Alcaldía Mayor, no solo en esta acción de tutela sino en las cerca de 300 que se interpusieron en su contra negando por improcedente el amparo solicitado por estos vendedores.

“Una de las personas que estaban vendiendo informalmente en Suba en la Plaza Imperial (…) argumentó que se le había violado el debido proceso (…) se encontró que tenía dos bienes inmuebles uno en Bogotá y otro en Subachoque y adicional a eso, desde 1.990 viene cotizando en el Régimen Contributivo entonces vemos como la vulnerabilidad realmente no existe. A ella no se le está violando en ningún debido proceso y además tiene muchísimos más que un mínimo vital”, aseguró Nadime Yaver, directora Dadep.

Capital Noticias buscó la casa de doña Dora y nos encontramos con una vivienda de cuatro pisos compuesta por 5 apartamentos, 4 de ellos arrendados entre 700 y 800 mil pesos. Además de un garaje.

“Obvio que tengo una casa, porque la he trabajado, la he luchado, y pues sí el señor alcalde nos quiere ver arrastrados pues todo el mundo nos vemos arrastrados. Si el señor alcalde y si el señor presidente tienen casa ¿por qué nosotros los pobres no tenemos un derecho de tener una casa honesta con el trabajo de la calle? Porque yo me siento una persona muy honesta y trabajadora y esa casa la he adquirido con mi trabajo no le veo problema no podemos vivir de un ladrillo”, manifestó Solano, vendedora informal.

A pesar de tener su casa, ella asegura que no abandonará el espacio público.

“Yo no tuve la posibilidad de tener universidad, pero si quiero que mi hija termine sus estudios universitarios para que ojalá algún día llegué a un cargo mayor para que no sea una vendedora informal como me tocó a mí, y no creo que sea pecado el hecho de que digan que yo tengo una casa no es pecado porque la he luchado la he trabajado y aprendido a trabajar”, puntualizó.

Doña Dora espera terminar de vender los productos que comercializaba en Plaza Imperial en el menor tiempo  posible en este carro modelo 96 que lo aprendió a manejar a los 46 años.

Por: Jessica Cedeño.

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