Para conmemorar el cumpleaños número 484 de Bogotá, en Capital realizamos un especial con información curiosa e histórica de la capital de Colombia.
En esta oportunidad, te contaremos la historia detrás de los nombres más curiosos de algunas calles de la ciudad.
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‘Cara de perro’, ‘Fatiga’, ‘Calvario’, ‘Divorcio’, ‘Patio de brujas’ y ‘Culebra’: estos son algunos de los nombres más curiosos con los que se bautizaron las calles de Bogotá. Sin embargo, no todos los nombres son negativos, también hay calles con nombres más amigables, como ‘Calle de la amistad’ y ‘Calle de la enseñanza’.
Aquí el origen del algunas de ellas:
Calle del Divorcio
“Para la época de la Colonia teníamos tres cárceles: la cárcel grande, donde se encerraban a las personas que cometían delitos grandes, la cárcel chiquita y la cárcel para mujeres. En esta última, cuando las mujeres salían, sus esposos ya las habían abandonado o les pedían el divorcio”, contó Sonia Cuartas, guía turística de Bogotá.
Calle del Camarín del Carmen
El Camarín era el oratorio privado de las Carmelitas Descalzas. Se dice que lo tenían varias iglesias. Que lo tenía la Iglesia de Las Nieves, que lo tenía Santa Bárbara. Pero hoy en día el de esta calle es el único que sobrevive.
Esta pieza histórica pasó por una reconstrucción producto de un accidente de tránsito.
“Un camión muy alto de alguna empresa transportadora bajó por esta calle, parece que el conductor estaba ebrio, y se llevó un pedazo del camarín. Finalmente, como el Colegio Salesiano tiene una escuela de carpintería, son los mismos estudiantes los que elaboran nuevamente el elemento arquitectónico”, agregó la experta.
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Calle de la Fatiga
De acuerdo con Sonia Cuartas, la calle lleva este nombre porque se cuenta que, para la época de la Colonia, cuando no había servicio de acueducto, los integrantes de las familias bajaban hasta la Plaza de Bolívar, hasta el Mono de la Pila, con sus cántaros, sus bales, sus vasijas para recoger agua y cuando llegaban a esta calle estaban absolutamente exhaustos.
Calle del Fantasma
La emblemática calle de Bogotá lleva este nombre porque para la época de la Colonia había un ingeniero llamado Álex Mogollón que fue solicitado por el alcalde de turno para que hiciera el empedrado de La Candelaria con 666 piedras en 6 días y 6 noches. Pues el ingeniero quedó asustadísimo y dijo: «No. Es imposible. Yo no puedo hacer eso, pero tengo una salida: le voy a vender mi alma al diablo para que me ayude, y ya, listo el trabajo»
“Pues resulta que el diablo solo colocó 665 piedras. Si él no hubiera hecho ese trabajo, habría sufrido los rigores de los castigos de la época de la Colonia”, finalizó Sonia Cuartas, guía turística de Bogotá.
Se dice que como Álex Mogollón le encomendó su alma al diablo se volvió un demonio. En la actualidad hay personas que dicen que a veces lo sienten al pasar por esta calle en las noches, lamentándose por no poder poner las 666 piedras.
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