El hotel se inauguró hace una década, pero su construcción es un edifico colonial de 200 años y su arquitectura y decoración crean una sensación de escape en el tiempo, quien llega al Muisca puede sentir a los antepasados.
Sus paredes son de ladrillo y el suelo de madera, que recrea asentamientos antiguos tanto en las habitaciones como en los pasillos. La simbología está basada en la escritura de los ancestros presente en las lámparas, rutas de evacuación y terraza.
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Una de sus fuentes recuerda al Salto de Tequendama, mientras que en sus catorce cuartos se muestran sitios que recorrieron los indígenas hace algunos años.
Aquí el informe completo:
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