Una joven de 22 años, amante del deporte, falleció de manera repentina el pasado jueves 28 de mayo en Quebec, Canadá.
Era madre de un bebé de 23 meses; su familia en Bogotá la llora desde la distancia y aunque entienden la situación por la que pasa el mundo por cuenta del COVID-19, no han dejado de suplicar al Gobierno Nacional por una posible repatriación del cuerpo para darle sepultura en Colombia.
Su fallecimiento no fue por COVID-19. Hacia deporte a diario por una condición médica que le generaba convulsiones. Ese jueves sucedió, estaba sola con su bebé, su cuerpo no resistió y no pudo ser auxiliada.
En Bogotá, los padres de Katherine y el resto de su familia, en una lucha contrarreloj, esperan despedirla como se merece. Han hecho todo tipo de trámites pero aún no tienen una respuesta.
Traerlos al país, según han consultado, costaría alrededor de 30 millones de pesos. El dinero lo han podido reunir a través de amigos y desconocidos que se han unido a una colecta por redes.
Aunque la Cancillería no permite aún este tipo de vuelos, para el próximo 9 de junio está programado un vuelo humanitario en el que tienen puestas sus esperanzas.
Aquí el informe completo:
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