El confinamiento ha afectado gravemente los pequeños restaurantes de la ciudad. Sus propietarios están casi en la ruina, pero no dejan la actividad que es única fuente de su sustento. A continuación la historia de una bogotana que se convirtió en ejemplo de persistencia:
Con el aislamiento preventivo, a sus 63 años Patricia Henao empezó a sentir que las ilusiones se perdían irremediablemente. Llegó a vender solo 5 almuerzos diarios y finalmente, tuvo que cerrar.
Con el apoyo de la misma clientela y la necesidad de mantener su fuente de ingreso, decidió seguir desde la casa ofreciendo domicilios.
Se levanta muy temprano para cumplir con la lista de encargos que va despachando durante el día.
Ella extraña su restaurante, pero hoy en día prefiere quedarse en casa y continuar con los domicilios.
Como esta bogotana, muchas personas han tenido que padecer las consecuencias del confinamiento. pero su caso deja un mensaje de amor y esperanza a quienes han pasado por circunstancias similares.
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