“Los sueños, sueños son,” dice el poeta, pero hay unos sueños que cogen vida propia, se visten de carne y hueso, gritan y bailan, y se lanzan desde una tarima para surfear por encima del imaginario colectivo de toda una ciudad.

Ese sueño se llama Rock al Parque, que nació como el sueño de unos roqueros de Bogotá, que en contra de toda razón, soñaban con tener tarima propia, cantarle a su ciudad, poner a poguear a sus fans, coger su ciudad como arcilla, darle una forma distinta, ponerle sonido y subirle el volumen para crear una realidad nueva. Y como cosa rara, su ciudad les respondió.

Se despertaron del sueño para encontrarse caminando en un parque, o en los camerinos de la Media Torta, y de ahí, entre gritos, silbados, risas y llantos, esta ciudad ha ido cuidando, puliendo y creciendo su festival, que ya no es solo un sueño de los mismos bogotanos sino de los roqueros de toda la región y de todo el mundo.

Hoy en día, hay una generación completa de roqueros y amantes de la música en Bogotá que nacieron y crecieron con el festival. El grupo etario que mayor presencia tiene en el festival tiene entre 18 y 26 años, según las cifras de la Secretaria de Cultura. Es decir, todo un mundo de jóvenes que nunca conocieron una Bogotá sin Rock al Parque.

Son herederos de los sueños de la generación anterior, pero cuando se juntan para crear grupos musicales, las tarimas del festival se convierten en el objeto de su propio deseo, y este año el IDARTES recibió un récord de 323 propuestas en la convocatoria distrital para bandas de más de dos años de trayectoria. Trescientos veintitrés soñadores, sin contar las bandas de larga trayectoria que se convocaron este año para proponer shows especiales para celebrar los 25 años de vida del festival. Treinta y seis grupos se inscribieron en esta nueva convocatoria, de donde 7 fueron escogidos por los jurados para entregar un show único a su ciudad.

“Sueños del 95… quiero brotar como un lirio, brillar como un bombillo” cantan Aterciopelados, y brillar en Rock al Parque sigue siendo el sueño de muchos.

La presencia latina este año en el festival es muy fuerte, y para alegría de los organizadores, pudimos cumplir el sueño de un roquero colombiano que nunca había pisado las tarimas del festival, Juanes. Aunque nació roquero, se ha ido evolucionando como artista, igual que el mismo festival, pero nunca se ha presentado en el parque.

Este año la ciudad tendrá la oportunidad de escucharlo, junto con los más grandes nombres del rock latino, durante los 3 días del festival.

Esto sí hace parte del sueño de la ciudad de Bogotá, que es entregarle a sus habitantes la más alta calidad de programación musical, a través de sus festivales (no solo Rock, nos falta contar Colombia, Jazz, Hip Hop y Salsa), con oportunidades para los artistas de la ciudad, de presentarse al lado de los más grandes, en las mismas condiciones, con todos los juguetes, para poner a vibrar a una plaza, a un parque, a toda una ciudad.

Y al despertarse… se escucharán las cuerdas de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Nos promete un cierre espectacular, un show único en la historia del festival, 10 canciones con 10 intérpretes de las bandas originales, recogiendo la propia historia viva del festival… y con el último eco de esas cuerdas seguramente se escucharán las primeras notas de los próximos 25 años de vida de un festival que ya es parte del ADN de su ciudad.

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