Antonio Caro fue y será uno de los artistas contemporáneos más importantes de Colombia, así lo ha declarado no solo la crítica latinoamericana, sino sus amigos más allegados. Y no únicamente por sus obras majestuosas, que hacían una crítica a la política colombiana y al mundo, sino porque llevaba el arte en cada poro de su piel: su modo de vivir, era su obra artística más grande.
Caro, nacido en Bogotá en 1950, sorprendió al mundo con su carácter irreverente y su obra conceptual. Su trabajo más reconocido fue 'Colombia', esas ocho letras escritas con la tipografía de Coca Cola, que se convirtió en un clásico letrero que vemos aún hoy en día en múltiples piezas y que para la época fue un acto irreverente pues le hacía una crítica severa al capitalismo que tenía un gran auge en esos años.
Y es que su arte era así: único, simple, mordaz, auténtico, rebelde. El pintor bogotano jamás se complicó, sino todo lo contrario, le enseñó a quienes lo conocían a vivir de lo básico, cero materialismo y mucha, mucha crítica.
En su mundo, Caro no solía hacer grandes colaboraciones, prefería la soledad, su antigua y permanente compañera, sin embargo, hace pocos meses, después de la llegada de la pandemia, Pedro Samper, director de Artemorfosis, decidió invitarlo para que hiciera parte de esta serie de Capital, que explora cómo el arte es un elemento de catarsis en momentos de crisis. Sin pensarlo dos veces Caro decidió hacer parte de Artemorfosis.
Esta nueva serie documental muestra las metamorfosis de distintos artistas en la tarea de co-crear obras que tienen como punto de partida el presente caótico. Y justo ahí estaba Antonio, acompañando a Samper en largas entrevistas para grabar una de las últimas conversaciones que daría en vida.
El trabajo a diario para realizar esta producción se convirtió para Caro en una manera de volver a tener conexión con el mundo.
Pedro sostiene que 'trabajar con él fue toda una experiencia, no fue difícil convencerlo de ser parte de la serie, colaboró siempre, no había ninguna razón para no invitar a este grande del arte'.
Para Artemorfosis, Antonio hizo un gran equipo con Daniel Liévano, artista gráfico que tenía como misión representar los sentimientos, pensamientos e ideas de Caro sobre la pandemia y el caos de los últimos meses en una pieza visual. Luego de varias conversaciones, estos dos artistas se sentaron a intentar retratar en una sola frase lo que vivía Caro.
'Yo con yo', 'Casa, comida y cositas' y 'Me doy por bien servido', fueron las reflexiones básicas de lo que el artista bogotano sentía, sin saber que Liévano las transformaría en puro arte.
"Yo ya no existía sino hasta que ustedes me llamaron".
No sabemos si Caro tenía claro quién realmente era para la sociedad colombiana, aquella que en un principio le cerró las puertas tantas veces, pero sí estamos seguros de que su legado marcó y marcará por generaciones a artistas y no artistas que veían en él a un ídolo revolucionario de pelo blanco y grande sonrisa.
Antonio, el magnífico, el artista conceptual más importante de Colombia, el amigo de largas conversaciones, se fue con su camisa blanca a ese otro mundo al que siempre perteneció.
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