Organizaciones como Doctora Clown llevan colores, risas, burbujas y juegos a los centros médicos de Bogotá. De esta manera, con sus simpáticas visitas ayudan a la recuperación de miles de pacientes en la capital.

Luz Adriana Neira, nacida en Armenia, Quindío y creadora de la fundación, empezó su formación artística a los 18 años, cuando entró a la escuela de Bellas Artes en Bogotá. Posteriormente, a los 25 años se fue a Suiza a estudiar actuación y circo. Allí conoció el clown hospitalario: "Fue algo que le habló de una a mi corazón", cuenta ella.

Luz Adriana, o Dra. Gugli, como ha nombrado a su personaje, recorre los pasillos de centros de salud como el Hospital Universitario San José junto con su equipo de "doctores payasos" compuesto por  artistas profesionales y artistas voluntarios. En total, la fundación cuenta con 18 artistas profesionales y alrededor de 350 voluntarios que han sido formadas en Doctora Clown.

Sin embargo, el comienzo no fue fácil. Luz Adriana empezó a estudiar e informarse sobre los efectos biológicos de la "risoterapia" para tocar las puertas de los hospitales y hacerle entender a los profesionales de la salud las consecuencias reales del clown hospitalario.

"Tan solo hacer la mueca de la risa genera un estímulo que va al cerebro y activa 16 neurotransmisores, es como si te cepillaras el cerebro. Esa fue la forma que yo encontré para que me tomaran en serio", explica la artista.

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De hecho, estudios realizados en Colombia han podido determinar que los pacientes que habían recibido terapia de la risa habían logrado reducir su tiempo de hospitalización y recuperación. Incluso, se ha comprobado que cuando una persona se ríe, hay una mayor liberación de adrenalina y endorfinas que actúan para reducir los niveles de estrés.  También se presenta una secreción de neurotransmisores como lo es la serotonina y la dopamina que funcionan como antidepresivos.

Para los pacientes de todas las edades, la presencia de estos simpáticos "doctores" es como una breve pausa en sus rutinas médicas, del dolor físico y de la tristeza que conlleva su enfermedad.

"Cuando un niño ve a un doctor clown; su atuendo, gestos y juguetes, se desvincula del ambiente hospitalario, bajando todos sus umbrales de dolor, de estrés y de tristeza. Hacemos que se sienta más seguro y que su parte médica sea mejor recibida", agrega Luz Adriana.

De acuerdo con los testimonios de acompañantes y pacientes, sin saber lo que realmente ocurre a nivel biológico, la presencia de los payasos cambia definitivamente el semblante de quien esté en internado:

"Me parece muy favorable la terapia de la doctora con los niños. Siento que el  hacer que los niños y los pacientes se alejen de la situación en la que se encuentran, los ubican en otro contexto diferente. Hace que ellos se recuperen y que de un día a otro olviden el dolor y en dónde están", dice Janeth Osorio, madre de Mariana, una de las niñas internadas en el Hospital San José.

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