divorcios
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“Nadie puede ser condenado para siempre”. Con esas palabras, pronunciadas por el Papa Francisco durante su exhortación apostólica sobre la familia en 2016, se abrió una puerta que hasta el momento parecía estar cerrada en la Iglesia católica: la de las segundas oportunidades en el amor.

Y es que en su lucha por modernizar y no excluir de la Iglesia a nadie, Jorge Mario Bergoglio ha dicho incluso que los divorciados que han vuelto a tener pareja "no están excomulgados, como algunos piensan", sino que "forman parte siempre de la Iglesia".

"El cambio que se dio busca precisamente acercar a todas las personas nuevamente hacia la Iglesia para que puedan realizar una comunión corporal, ya que los separados que conviven con otra persona, o los casados civilmente no pueden recibir sacramentalmente el cuerpo de Cristo, sino que únicamente pueden tener la comunión espiritual desde el lugar en el que se encuentren en la Iglesia", comentó Hernán Olano, vaticanólogo.

Agregó que "el papa ha querido que estas personas no se aparten de la Iglesia, que se sientan parte de la Iglesia y ese sentimiento de acogida, dentro del Año de la Misericordia, que quiso el papa Francisco ampliar a todos los lugares del mundo, es el sentido de estas reformas entorno al derecho matrimonial católico".

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Y es que el divorcio, o disolución legal del matrimonio, es una decisión que toman dos de cada cinco parejas que contraen matrimonio civil en Colombia.

Según la Superintendencia de Notariado y Registro, entre enero y junio de 2017 se casaron 25.786 parejas en el país. Mientras que en ese mismo lapso, en 2018, lo hicieron 24.311. Es decir, 1.475 menos.

En contraste, entre enero y junio de 2018 se habían separado legalmente 10.666 parejas. En 2017, en ese mismo periodo, 10.841 decidieron divorciarse.

"Es realmente bastante preocupante socialmente, y desde el punto de vista de la familia colombiana, que el país viene disminuyendo sustancialmente los matrimonios civiles, en lo que corresponde al Estado, y aumentando los divorcios civiles", indicó Eduardo Vergara, notario 16 del Círculo de Bogotá.

Solo en la Notaría 16 del Círculo de Bogotá, la proporción es de uno a nueve: mientras se celebra un matrimonio, se registran nueve separaciones o divorcios.

Una mirada a las posibles causas

Frauki Jiménez, psicóloga de pareja, indica que "el amor se acaba cuando no se cultiva, es decir cuando no tenemos detalles con la pareja, cuando no le dedicamos tiempo a la pareja, cuando no solucionamos los conflictos que tenemos, ya sea del pasado o del presente".

Bogotá es la ciudad en la que más divorcios se registran en el país. En los últimos tres años la proporción se ha mantenido con 5.154, 5.770 y 5.544, respectivamente.

"Las personas se divorcian hoy porque hay más independencia económica de la mujer, entonces la mujer ya tolera menos la agresividad y el maltrato. Esa puede ser una de las causas. Otra de las causas es que hay menos tolerancia a la frustración, es decir que si las personas no resuelven sus problemas de la forma en que quieren ahora, rápido, de inmediato, simplemente dicen: es más fácil separarnos", agregó Jiménez.

¿Cómo se tramita el divorcio?

"Cuando no hay controversia, esto es mutuo acuerdo, se acude ante el notario, fácil, rápido y ágil, mediante una escritura pública con un mutuo acuerdo que contiene precisamente el acuerdo de derechos y obligaciones que tenían, o que tienen los cónyuges con los hijos, con los bienes y con su nuevo estado civil, que va a ser el de solteros", comentó el notario Eduardo Vergara.

En otros casos, en los que las parejas no están de acuerdo con las condiciones de la separación, el asunto puede ser mucho más complicado.

"Un divorcio no se puede tramitar ante Notaría cuando no es de mutuo acuerdo y cuando hay hijos de por medio porque hay que regular custodias, alimentos y visitas. Si hay pleito, tiene que necesariamente dirimirlo un juez competente que es el juez de familia de la ciudad donde esté la pareja", informó Martha Pérez, abogada de Familia.

Es así como el trámite de un divorcio puede tardar años, dependiendo de las exigencias de una parte u otra y de las circunstancias en las que se tome la decisión.

Y si legalmente una separación resulta complicada, en términos sacramentales no lo es menos.

"Dentro de la Iglesia hay que tener en cuenta las diferentes causales que se encuentran consagradas dentro del Código de Derecho Canónico. La parte demandante contesta un cuestionario previo a la elaboración de la causa, bien sea directamente o a través de un promotor de justicia, de un procurador judicial, o de un abogado canonista inscrito a algún de los tribunales", aseguró el vaticanólogo Hernán Olano.

Añadió que "las causales de nulidad no son posteriores a la celebración, como por ejemplo la infidelidad, sino que tiene que tenerse en cuenta que de pronto esa persona ya tenía unas acciones repetitivas que le hacían ser irresponsable frente al vínculo que estaba adquiriendo con la otra persona a través del matrimonio".

Una posibilidad relativamente nueva

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Si bien hoy es común ver que las parejas deciden divorciarse, esta posibilidad es relativamente nueva.

"Hasta el año 2002, y posteriormente mediante una Ley de la República en 2005 se estableció la facultad de los particulares de divorciarse ante notario, en el círculo que escogiesen y de mutuo consentimiento", indicó el notario Eduardo Vergara.

Durante casi un siglo, desde 1887, en nuestro país solo tuvo reconocimiento legal el matrimonio canónico, puesto que ningún creyente podía contraer matrimonio civil.

La disolución del vínculo era de competencia exclusiva de los tribunales eclesiásticos y ante la jurisdicción civil solo era posible tramitar las separaciones de cuerpos.

"Antes del 91 qué hacían las personas, solicitaban un trámite que se llama separación judicial de cuerpos. Para esa separación judicial de cuerpos se necesitaba que las personas llevaran separados físicamente como mínimo dos años", recordó la abogada Martha Pérez.

Complicaciones que muchos hoy buscan evitar. No en vano, además del gran número de divorcios que se registran, son cada vez más las personas que deciden no atar sus vidas con aquella famosa frase que dice que “lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.

Por: Andrea Olano

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