Veinticuatro versiones de Rock al Parque han dado al metal su trono en el favoritismo del público de Bogotá. Los números y estadísticas en este sentido son difícilmente refutables, de manera que la jornada dedicada a los sonidos acerados siempre tendrán un lugar de privilegio en el espíritu del festival. Con una parrilla extrañamente recortada, dado lo inicialmente mencionado, solo trece bandas tendrían la difícil misión de saciar a las almas que infaltablemente colman el Parque Metropolitano Simón Bolívar en la cita con los sonidos extremos. Estos son los pormenores de lo ocurrido el sábado 18 de agosto, primera fecha de este puente cargado de rock.

Iniciemos nuestro recuento con el soberbio inicio propinado por un nombre de gran arraigo entre los adeptos al death metal bogotano. Para Tears of Misery el retorno a la tarima de Rock al Parque tenía sabor a redención luego de sortear adversidades de toda índole durante el último año. Brutales remolinos humanos y muros de la muerte fueron la constante en una presentación absolutamente brillante. Hernán Bautista, cantante y bajista, no se conforma con el gutural de cartilla, sino que es capaz de quemarle las pestañas a quien se acerque demasiado a sus rugidos que se mueven del agudo al gutural con una solvencia y determinación admirables. Además de sus clásicos "Dioses de Barro" y "Fosas Comunes", hubo tiempo para material que se espera haga parte de una nueva incursión en estudio, y un cover de "Heartwork" de Carcass recibido con entusiasmo. Sin duda una de las mejores actuaciones del día.

Mientras tanto la agrupación de progresivo The Brainwash Machine abría las acciones en el Escenario Plaza. De cuidada interpretación, la banda recogió para su debut material de los dos álbumes que componen su catálogo y fue retribuida con una sonora aceptación por parte de quienes ya se acercaban al parque. Boris Rodriguez, destacó demostrando ser uno de los mejores de la ciudad a bordo del kit de percusión al que atacó con los ojos bendados durante parte del show sin sacrificar su precisión de relojero. Con el cover de Holy Wars, original de Megadeth, iniciaron los pogos que no cesaron de allí en adelante. Una banda para tener en cuenta.

Vobiscum Lucipher, por su parte tuvo a cargo la apertura del Escenario Eco y contó con una asistencia, insípida en un principio, que fue aumentando con el correr de los minutos de su debut en Rock al Parque. Invitados desde el departamento de Nariño para promocionar su álbum "Altar de Blasfemias", Vobiscum Lucipher practica una música que se resiste a ser contenida dentro de una etiqueta que les describa con exactitud. Familiarizados con el heavy metal pero con un ancla en la voz y las letras que los pone dentro del terreno del black, los de Pupiales dejaron el corazón en escena y, según sus propias palabras, regresarán a las faldas del Galeras con un buen recuerdo de su paso por Rock al Parque.

De vuelta a Bio, Hypoxia se batía a muerte como invitados bajo la figura de colombianos en el exterior, gracias a que en sus filas militan la baterista Carolina Perez y Comandados por Mike Hrubovcak (también cantante de los legendarios Monstrosity) los radicados en New York acampan en el sonido del death metal más tradicional al tiempo que lo recubren con cierta fiereza más propia del thrash. Pese a una actuación prolija, el público no pareció conectarse de lleno con lo que ocurría sobre el tablado, respondiendo con tibieza a una descarga que sin embargo cumplió con lo que se espera de una banda que se abre camino en el underground mundial.

Los españoles Angelus Apatrida eran impacientemente esperados en el escenario principal, toda vez que el thrash marca muy arriba en las preferencias del público bogotano y serían ellos los únicos llamados a empuñar la bandera del género en esta edición de Rock al Parque. La aparición de los ibéricos, segunda en nuestro país, resultó verdaderamente vibrante, con una audiencia atenazada por el trepidante ritmo y las punzantes guitarras, despuntando como un acierto de la parrilla de este año.

Al tiempo, desde Cali, Skull supo demostrar que su amalgama de acero y hueso está hecho para durar otros veinte años. El marco para la celebración de sus dos décadas de carrera se antojó inmejorable: el sol hizo brillar sobre el cuero los taches de los tres en tarima, una concurrencia entusiasta y una banda liderada por Hernan Casas, asiduo practicante de artes marciales, que golpea tan fuerte fuera de escena como lo hace empuñando su bajo Dean. El estilo desdeñoso y callejero de Skull se paseó por material proveniente de todos sus discos desde "Beer, Metal, Spikes" hasta "Metal to the Bone". Un banquete para los asiduos a esta suerte de speed que seguramente hace que Lemmy sonría desde el infierno.

Para cerrar la oferta en el Escenario Eco, estuvieron los ganadores distritales Loathsome Faith, viejos conocidos del festival con cuatro entradas a la cita anual. La maestría de Esteban Souza en la batería y la poderosa garganta de Angel Niño se robaron el show en una presentación sin fisuras, de indiscutible contundencia interpretativa en cada línea. Luego de un periodo de inactividad, Loathsome Faith ha venido recuperando a base de calidad el terreno perdido como una de las bandas mejor articuladas de la escena colombiana actual.

Con el espacio abarrotado tras la presentación de Loathsome Faith, no deja de ser lamentable que solo tres bandas hayan sido programadas en el Escenario Eco, dada la copiosa oferta de bandas de metal (la mayoría si se compara con otros géneros), muchas de ellas con la capacidad suficiente para no desaprovechar todo un público y el esfuerzo desde la producción. Un punto para revisar.

Similar suerte corrió el Escenario Bio el el que solo cuatro nombres desfilaron en todaa jornada. El turno fue para Cattle Decapitation, seguramente una de las más inmisericordes máquinas que se haya plantado sobre una tarima de Rock al Parque en toda su historia. Ostentando un lugar de provilegio en el movimiento extremo actual, el conjunto de San Diego impactó como un meteorito dirigido por la invariablemente brutal y versatil interpretación de Ryan Travis al micrófono, valiéndose de un arsenal de trucos vocales desquiciantes, capaces de corroer las entrañas. La incisiva precisión del baterista chileno David McGraw retumbaba en el pecho y el ataque certero de las guitarras angulares no fueron indiferentes para nadie. El set se concentró en su dos entregas más recientes, "Monolith of Inhumanity" y "The Anthropocene Extinction", cuya carátula dominaba el escenario desde la pantalla central, de nuevo llevando un desgarrado mensaje sobre el nefasto impacto de los seres humanos en la ecología. Uno de los shows más impresionantes del día.

Con Eco ya en silencio, los oídos ávidos de guitarras al tope se dirigieron a Bio para recibir a Suffocation. Tras cambios trascendentales en su formación como la marcha definitiva del emblemático Frank Müllen en las labores tras el micrófono, el pionero Mike Smith tras el kit o el guitarrista Guy Marchais, diagnosticado recientemente con cáncer, los neoyorkinos se han visto obligados a reinventarse para seguir en el csmino de la música extrema. El resultado puede convencer a muchos y aunque sería injusto descalificar su actuación en la que dieron buena cuenta de su solvencia en tarima, lo cierto es que para Terrance Hobbes y Derek Boyer, guitarrista fundador y bajista respectivamente, resulta difícil replicar la magia de antaño, pese a lo competentes reemplazos. En todo caso la presentación fue bien recibida poniendo la guinda en un pastel que pudo en todo caso ser más grande.

Los bogotanos Implosion Brain han experimentado un crecimiento sostenido, producto de un trabajo serio y la calidad como política de la casa. No en vano la salida de su trabajo "Qualities of a Simple Mind" les ha valido un lugar entre lo más destacado de la nueva escena metal capitalina cuya cita más importante los recibía como gsnadores de la convocatoria distrital. Sorteando algunos impases técnicos, el quinteto capitaneado por los hermanos Alejandro y Edson Robles brindaron un show de altura en el que su sonido, que bebe a partes iguales del progresivo y corrientes modernas de metal melódico, supo lucirse gracias a la experticia escénica y musical de Implosion Brain, dejando muy en claro que son una agrupación que seguirá dando de qué hablar en un futuro cercano. Un show cuidadosamente planificado y ejecutado.

Con las acciones concentradas en la Plaza que tardó, pero llegó a verse como acostumbra el día del metal, Rock al Parque se aprestó para hacer la venia a la máxima leyenda del género en Colombia. Masacre cumple un periplo en el que los cuernos arriba se alzan en honor a sus tres décadas de actividades. Desde "Reqviem", pasando por "Sacro" y "Muerte Verdadera Muerte" para llegar a "Total Death" y "Brutal Aggre666ion", Masacre ha figurado en el afiche del festival en múltiples oportunidades, pero esta resultó especial, una verdadera celebración en el que los paisas apelaron a nada más que su más pura esencia para ofrecer un espectáculo memorable que ni siquiera una falla del sistema P.A. que interrumpió por algunos minutos el show pudo empañar. Alex Okendo y su cohorte en esta gira miran igualmente a su pasado y a su futuro que les depara en los próximos meses una gira por Estados Unidos y la aparición junto a nadie menos que los dioses Judas Priest. Enormes.

Con el apartado local cumpliendp a cabalidad, llegó la hora de poner fin a la jornada con dos tipos diferentes de oscuridad provenientes ambos de la rica escena de Suecia: Dark Tranquillity y Dark Funeral. Los primeros, con su nuevo registro "Atoma" bajo el brazo y nuevas caras que han llegado para refrescar un sonido que no solo crearon sino que han desarrollado con una mezcla de integridad, buen juicio y aplicación impecable, ofrecieron un show en el que la conexión entre el carismático Mikael Stanne y las 40.000 personas presentes se hizo palpable. La quinta visita del conjunto de Gotenburgo a Bogotá dejó sobre la mesa la capacidad del sexteto para articular shows igualmente convincentes en un espacio para 200 personas que en un recinto enorme como el Parque Simón Bolívar, que acompañó al rubio vocalista en cada canción y cada frase de gratitud, siempre a flor de boca de uno de los personajes más queridos del metal en el mundo.

Una oscuridad menos elegante pero acompañada de una abyecta dosis de decibeles, velocidad y atmósferas de ultratumba, Dark Funeral conquistó a sangre y fuego la plaza, colmada hasta la puerta, en su segunda visita a la capital. Tras las campanas que anunciaban el inicio del cortejo, Lord Arhiman y su séquito atacaron incesantemente con un balanceado repaso por su discografía acompañados siempre por una audiencia receptiva que no se movió hasta que los rostros mustios se perdieron, una vez las luces se apagaron definitivamente por la noche de hoy. Grandioso cierre para una jornada con algo para cada quien, pese al recorte que sin duda habrá que replantearse para la edición del cuarto de siglo.

El domingo 19 la oferta sonora se diversifica al máximo en las tarimas Bio y Eco mientras la plaza continúa albergando propuestas pesadas, esta vez de corte metalcore y stoner. Otra fecha para dejarse sorprender y contagiarse de todo lo que Rock al Parque tiene para ofrecer.

Por: Fabián Esteban Beltrán

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