"¿Qué tan malo puede ser algo que me hace sentir tan bien y que no me hace daño?", pensó Mateo Gamboa, mientras se alistaba para salir a la calle. Su ritual de salida no es convencional, pero es auténtico.
Empieza con su rutina de maquillaje: párpados rosados con violeta en degradé, como creando un fucsia; bajo sus cejas unos toques blancos y brillantes, pero tenues. Labios verdes, como el color del brócoli cuando está fresco; sus mejillas iluminadas de blanco. Y termina con unos toques de aquel verde brócoli al finalizar su rostro. Todo un personaje.
Pasa del baño de su casa a su habitación, alza una camisa fucsia, similar al color de sus párpados. La viste. Se pone su pantalón verde, sus tirantas blancas, sus tacones negros. Ahora sí es Adana Quing.
Al caminar por la calle Adana, quien es el personaje de Mateo, levanta la mirada de muchas personas. Algunos, incluso, frenan para verla.
"Yo siempre lo acompaño: él es mi hijo", dice Alonso Gamboa.
Alonso cuenta que no ha sido fácil, la gente pareciera no entender que Mateo puede ser Adana y caminar por la calle como cualquiera lo hace. La discriminación es la constante. Por eso, en parte, se reafirma en aceptar desde el corazón las decisiones de su hijo.
"Me di cuenta que yo no aceptaba que la feminidad fuera algo bueno en mí. Pero, está bien: está bien verme femenino, no me hace menos persona. Mucho de lo que nosotros pensamos que es obligatorio, es no más una sugerencia", afirma Mateo.
Adana sale a cualquier hora del día. No se detiene. Alza la mirada: digna, altísima, muy ella.
Tiene detrás el respaldo de su familia. Claudia Correa, su mamá también afirma que cuando aceptó a su hijo "nos dimos cuenta que para él era importante ser feliz y la felicidad de mi hijo es mi felicidad".
"Si a una persona no le gusta el drag: está bien. Lo que me interesa es que entienda que una persona que hace drag en el espacio público no es una amenaza, no una persona depravada, no es una persona peligrosa: simplemente es un artista", sostiene, mientras explica todo lo que hay detrás de la construcción del personaje.
"Una drag queen es un compendio de artes; es un personaje impresionante que merece ser admirado porque tiene todo este esfuerzo, toda esta estética que es atractiva y llamativa", cuenta Mateo.
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