Más de 50 personas privadas de la libertad, en libertad condicional o en detención domiciliaria de tres cárceles del país se están formando en Administración de Empresas gracias a una iniciativa entre la Uniminuto y el INPEC que pretende que esta población construya un nuevo proyecto de vida.

Esta es la historia de Leidy y Andrea, dos mujeres que buscan una nueva oportunidad gracias a este proyecto.

Leidy tiene 37 años y estuvo como interna en la cárcel El Buen Pastor, en donde pasó los años más difíciles de su vida.

"Estuve cinco años y dos meses en la cárcel por tráfico de estupefacientes y lo más difícil de estar allí fue esa lejanía que tuve que tener con mi familia y con las personas que uno se rodea", dice Leidy.

De igual forma, agrega que esta oportunidad "es algo muy grande para nosotras y me pareció muy bonito porque ellos tienen un acompañamiento entonces no es simplemente que se le entreguen el material a uno y ya, sino que los profes van, están muy pendientes del proceso que uno va teniendo porque pues igual uno lleva mucho tiempo sin estudiar y pues hay cosas que uno olvida", dijo.

William Rincón docente del programa de Administración de Empresas de la Uniminuto indica que el programa surgió de la necesidad desde las directivas de la universidad que se vio de hacer una verdadera resocialización de las personas y de hacer un trabajo que pueda cambiar sus vidas.

Andrea también perdió su libertad y desde el principio supo que era el momento de transformar distintos aspectos de su vida.

"Desde el principio siempre tuve claro que iba a aprovechar ese tiempo para capacitarme y para crecer a nivel personal y poder corregir muchas de las falencias que tenía a nivel personal y a nivel profesional",asegura.

Andrea y Leidy esperan que esta vez la sociedad les brinde la posibilidad de empezar de nuevo.

Según Rincón, la universidad las sigue apoyando con parte de la beca que tienen para el desarrollo de sus clases debido a que su condición todavía es de vulnerabilidad, porque están en condiciones muy difíciles y lo que se busca con este trabajo es que al finalizar ellas puedan crear su propia empresa.

Más de 50 internos de La Picota y El Buen Pastor, en Bogotá, y la de Coiba, en Ibagué, han iniciado sus procesos educativos.

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