El pueblo indígena Siona habita en las riberas del río Putumayo y hoy le exige al Gobierno Nacional presencia en su territorio, pues afirman estar al borde del exterminio.

Son cuidadores milenarios, tienen un idioma propio que se ha debilitado por la globalización, sin embargo, persisten sus festividades y costumbres propias como el chagra y el yagé.

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“El pueblo Siona milenariamente ha cuidado el territorio, pese al abandono estatal, a la presencia de los actores irregulares y de las petroleras. Hemos resistido porque sin territorio no seríamos indígenas”, indicó Marío Alberto Erazo Yaiguaje, autoridad del resguardo de Buenavista, Putumayo

Los Siona se declararon en riesgo de exterminio físico y cultural hace dos años, pero afirman que el gobierno Duque no les prestó atención y llegaron a una situación crítica.

“Para nosotros es duro mirar la historia, porque nos cuentan nuestros abuelos cómo vieron la historia y nos da alegría, pero después nos cuentan cómo llega la invasión con la cauchería, las pieles, la madera, la coca, las petroleras y ahí todo se convierte en tristeza”, sostuvo Marío Alberto Erazo Yaiguaje, autoridad del resguardo de Buenavista, Putumayo

Dicen que, a través de la espiritualidad y la defensa de los derechos humanos, sobreviven alrededor de 2.000 personas de la etnia. Además de contar con el resguardo Buenavista, pero que ese número es menos de la mitad de lo que eran los Siona.

“La primera vez que vi un ente armado fue del Ejército pasando por el frente de mi casa que estaban tras la pista del M19, luego vi a los de las FARC. Crecí en una zona donde no ha habido paz, nuestros abuelos ya partieron, pero quedamos nosotros”, relató Marío Yaiguaje.

La falta de atención estatal los llevó a pelear una batalla jurídica y tener una mayor resistencia cultural, según relatan la guerra en el Putumayo no se fue, a la fecha hay dos grupos al margen de la ley que ejercen presión en el territorio y siguen con la siembra de coca.

“Le dijimos a la JEP que la guerra no se fue y tenemos un libro que le presentamos donde narra acontecimientos ocurridos hasta el 2016, graves violaciones a los que fue sometido el pueblo siona, pero también le vinimos a decir al Gobierno Nacional que la situación actual es insostenible y que si no hay una intervención el riesgo de exterminio se va a concretar”, dijo Lina María Espinosa Villegas, defensora de los derechos humanos.

Los actores armados sacan sus manuales de convivencia y la etnia no se rige a eso porque tienen su propio legado direccionado desde la medicina ancestral.

Saben bien que en el Putumayo se concentra alrededor del 22% de la coca que tiene el país, pero ellos la cultiva para sobrevivir.

“La coca genera guerra, pero no hay otra alternativa además de sembrar coca”, comentó Lina Espinosa Villegas.

Ante los enfrentamientos que aún es testigo el territorio, la comunidad Siona volvió a armar trincheras, que son un hueco que abren las familias en sus casas para refugiarse del fuego cruzado.

“En 2019 la abuela, con mucha tristeza, nos anunció que volvió a abrir sus trincheras y esa sigue siendo la realidad de las familias”, contó Lina Espinosa Villegas.

Con el gobierno Duque se estancó el diálogo y por eso llegaron a este punto. El pueblo Siona tiene la esperanza de llegar a espacios de concertación con el nuevo gobierno y lucharán hasta la última estancia para que su estirpe no desaparezca.

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